• Por Juan Carlos Zárate Lázaro.
  • Consultor financiero
La estructuración de una políti­ca crediticia, debe tomar en consi­deración los principales aspectos de orden cualitativo y cuantitativo que conforman nuestro espectro macroeconomico, además de la calificación de solvencia y pers­pectivas asignadas al país para los próximos 12 meses por las empre­sas especializadas.
Se constituye en una herra­mienta primaria que permite a las entidades, estructurar el diseño, que les servirán para la determina­ción de sus estrategias de negocios en función a diversos indicadores orientados a determinar con mayor certeza la forma en que prevén desarrollar su gestión económica- financiera que abarquen global­mente un marco recesivo o de crecimiento, dentro del espectro macro y microeconómico.
Deberán definirse, los sectores deseados, no deseados o indistintos con los que están dispuestos o no a operar crediticiamente, en función a sus parámetros cuali-cuantitati­vos, que incorporen la necesidad de cumplimiento o no de condiciones especiales.
Los nuevos productos que pre­tenden ser desarrollados, deberán ser previamente examinados, para definir si se constituirían o no en un riesgo superior al normal, o si están encuadrados dentro de los parámetros previstos.
Todas las entidades financieras deben contar con su Proceso Cre­diticio Institucional, que engloben los trabajos de análisis y evaluación de riesgos estableciendo clasifica­ciones adversas a las deudas de sus clientes, en función a los riesgos asumidos.
Las instituciones financieras deben contar con una estructura organizacional bien delineada y actualizada, concentrando sus estrategias de análisis de riesgos de crédito, en la calidad del portafolio bajo su administración, que resulten rentables para las mismas.