• Por Juan Carlos Zárate Lázaro
  • Consultor financiero
La educación financiera es una asignatura pendiente en nuestro país y merece ocupar el lugar que le corresponde. Debería impartirse en escuelas y colegios, tanto públicos como privados, en los ciclos prima­rio y medio, como parte de la malla curricular. Esto permitiría a niños y jóvenes desarrollar conciencia sobre su importancia en la vida cotidiana, especialmente en un país donde la informalidad sigue en aumento.
Vivimos en plena era del con­sumismo, donde el marketing es cada vez más agresivo en distintos ámbitos, tanto empresariales como no empresariales, y forma parte de su actividad principal. Por ello, desde pequeños debemos aprender de ma­nera gradual y constante los princi­pios básicos de una buena educación financiera.
Desde niños, se les debe inculcar según su edad, utilizando ilustracio­nes gráficas u otros métodos efectivos que faciliten el aprendizaje y la reten­ción. Después de todo, dicen que “lo que entra por los ojos” es lo que más perdura en la memoria y se vuelve lo más importante en la vida de los seres humanos.
Seguir teniendo continuidad dentro del nivel medio en donde los jóvenes más que los niños deben crear conciencia de la importancia que reviste esta disciplina, pues mu­chos de ellos podrían iniciarse como emprendedores y les será de mucha utilidad.
Solemos leer los hijos “son el reflejo de sus padres” y es verdad en gran medida. ¿En cuántos hogares nacemos y crecemos sin que nuestro papá y mamá nos hayan inculcado sobre el buen manejo de nuestras finanzas personales?
Quizás no porque en su interior no lo deseen, sino por desconoci­miento de los principios básicos que los rigen, siendo estas personas las que viven sobreendeudadas.