Verónica Herrera no utiliza materias primas industrializadas para elaborar sus productos, sino que recurre al conocimiento ancestral y técnicas precolombinas de los antiguos mexicas, lo que otorga identidad y calidad a sus tortillas de maíz, tacos y enchiladas.
Existen historias que nacen del amor, que florecen con la perseverancia y que nos recuerdan que los sueños pueden materializarse incluso en tierras lejanas. Este es el caso de Verónica Herrera, una mexicana que, guiada por el corazón, aterrizó en Paraguay, un país del que no sabía mucho, pero que la esperaba con oportunidades escondidas entre su vasta naturaleza.
“Llegué a Paraguay por amor, así, tal cual”, comenzó contando, con una sonrisa que iluminaba su rostro y la mirada llena de recuerdos. Y es que su esposo, un alemán apasionado por la tranquilidad y la vida sostenible, buscaba un lugar sin desastres naturales ni tensiones. Entre Sudáfrica y Paraguay, el destino lo trajo aquí. Pronto, ella también dejó atrás Méxi­co, sin saber que este pequeño país suda­mericano se convertiría en el escenario de un sueño que jamás imaginó.
Instalada en un terreno en Piribebuy, rodeada de árboles frutales y animales, el idilio parecía perfecto hasta que, en me­dio de la cotidianidad, un vacío cultural la sacudió. “No había tortillas de maíz”, recordó todavía con algo de incredulidad en su voz. Para un mexicano, la tortilla no es solo comida, es identidad, es hogar. Pero no era solo que no hubiera tortillas, tampoco existía el sabor auténtico de la cocina mexicana en ningún lado.
La salsa Macha es bien picante y sirve para usar sola o como base para hacer salsas, mayonesa picante e incluso mantequilla picante.
El emprendimiento. Determinada a cambiar eso, viajó a México junto a su esposo y regresó cargada de sueños y maquinarias. Importó una línea completa que incluía un molino de piedra volcáni­ca y hasta una freidora diseñada por su padre. El desafío no era pequeño: ense­ñar a los paraguayos qué era una tortilla mexicana, cómo comerla, por qué amarla.
“Al principio nadie quería. Ofrecía­mos tortillas calentitas gratis frente a la embajada de México, y la gente pasaba de largo”, relató con una mezcla de risa y nostalgia. Pero ella no desistió. Día tras día, demostrando una fe inquebrantable, fue construyendo su base de clientes. Co­menzó con pedidos pequeños, hasta que las tortillas y totopos se hicieron popula­res en las estanterías de Casa Rica, en los Biggie e importantes supermercados del país.
Catering para el consulado honorario de México en Ciudad del Este.
Hoy, su empresa La Mexicana nixtamaliza entre 8 y 10 toneladas de maíz al mes, siguiendo un proceso precolombino que conserva el sabor auténtico. Ade­más, abrió un restaurante en Caacupé, un rincón mexicano en pleno Paraguay, donde los visitantes disfrutan de tacos, enchiladas y otros platillos preparados con recetas tradicionales.
Los productos. Además de las tortillas de maíz y los totopos salados y picantes, La Mexicana ha expandido su oferta, produciendo también una salsa picante Macha, carnes y frijoles fritos, lo que la convierte en una marca integral que cu­bre todas las necesidades del consumidor que busca llevar a su mesa el auténtico sabor de México.
Las tortillas y totopos La Mexicana son producidos en la fábrica ubicada en Caacupé por mujeres de la zona.
Con una mente inquieta y siempre en busca de innovar, Verónica renovó los empaques de sus totopos salados y pican­tes (nachos). Ahora vienen cargados de íconos y símbolos que reflejan la cultura mexicana, y esto, para captar la atención de un público aún mayor.
Más allá del sabor, esta mexicana ha dejado una huella social. “Empleamos a mujeres de la zona, les enseñamos el oficio y les damos una oportunidad para salir adelante”, dijo con orgullo.
Fusión México- Paraguay. Si algo se destaca en el relato de Verónica es su capacidad de reinventarse, de transfor­mar un obstáculo en una oportunidad. En ella nunca hubo espacio para rendir­se, aunque los comienzos fueron duros. “Traer una cultura tan distinta y ense­ñarla fue un desafío, pero Paraguay me mostró que aquí también la gente aprecia lo auténtico, lo hecho con amor”, afirmó emocionada.
Nuevo empaque de los totopos con personajes y símbolos de México.
Por eso, hoy cuando le preguntan cómo representaría a Paraguay en una fe­ria internacional, no duda en responder: con la fusión de ambas culturas. “Haría tacos de payagua. Es un plato tan de aquí y tan especial que estoy segura de que sor­prendería en cualquier parte del mundo. Amo el payagua y creo que sería una gran carta de presentación”, confesó sin dudas.
La Mexicana, no solo lleva el sabor de México a Paraguay; también simboliza la unión de dos mundos. Verónica es la prue­ba de que, cuando el amor guía el camino, no hay frontera que no pueda cruzarse ni sueño que no pueda alcanzarse.