Olga Valdez, directora Operativa. Agencia Eco.
10/04/2025 09:52
Volver a contar: el arte de hacer que nos escuchen
Olga Valdez
Directora Operativa de ECO
Vivimos rodeados de mensajes. Están en nuestras pantallas, se acumulan en reuniones y se pierden en conversaciones que muchas veces olvidamos. Pero entre tantos datos, cifras y explicaciones técnicas, ¿qué es lo que realmente queda? Lo que nos emociona. Lo que nos toca. Lo que, de alguna forma, nos cuenta una historia.
Está demostrado que las historias activan más regiones del cerebro que los datos aislados. Nos permiten visualizar, imaginar, empatizar. Nos ayudan a recordar mejor. Y, sobre todo, generan conexión. Porque las historias hacen que el otro no solo entienda nuestro mensaje, sino que se sienta parte de él.
En lo cotidiano, esto representa una enorme ventaja: presentar una idea en el trabajo, motivar a un equipo, inspirar un cambio, mostrar resultados… todo se vuelve más efectivo cuando se transmite a través de una narrativa. Una historia tiene el poder de abrir puertas donde los argumentos lógicos, por sí solos, no alcanzan.
Es ahí donde entra el storytelling.
Y aunque hoy lo veamos en tendencia, el storytelling no es una herramienta nueva. Usarla, como bien plantea Stéphane Dangel, no representa una innovación, sino una revolución. Durante años nos hicieron creer que, a mayor conocimiento, mayor interés por los datos. Pero la realidad es otra: las historias siguen siendo el motor emocional de las personas.
Lo que recordamos, lo que nos conecta y lo que nos impulsa a actuar… siempre tiene forma de historia.
El storytelling es el arte de estructurar un mensaje en forma de historia para conectar emocionalmente con quien escucha. No se trata simplemente de adornar la comunicación, sino de darle forma humana, coherente y memorable a lo que queremos decir. Es transformar una idea, un dato o una experiencia en algo que resuene.
Claro que no se trata de contar por contar. Una historia potente necesita estructura. Y hay tres elementos que no pueden faltar:
● Un protagonista con el que podamos identificarnos o empatizar.
● Un conflicto que capte la atención y nos haga seguir escuchando.
● Una resolución que ofrezca un cierre claro y deje una huella o aprendizaje.
Esta estructura —tan simple como poderosa— es la que sostiene cualquier mensaje con impacto. Porque contar bien, como se dice con acierto, es estructurar bien. Y en esa estructura está la posibilidad de provocar algo real en quien nos escucha.
El storytelling no es exclusivo de creativos, escritores o publicistas. Es una herramienta para todos: para quienes lideran equipos, presentan proyectos, enseñan, negocian, emprenden, comunican o simplemente quieren que su mensaje tenga un efecto duradero. Usarlo bien es la diferencia entre simplemente hablar… y realmente lograr que nos escuchen, nos entiendan y nos recuerden.
Hoy, cuando la atención es uno de los recursos más escasos y disputados, una historia bien contada sigue siendo el puente más corto y directo entre una idea y quien la recibe. Porque el verdadero valor de comunicar no está solo en lo que decimos, sino en lo que el otro logra sentir, recordar y transformar a partir de eso.
Esta es, para mí, la frase que mejor resume la esencia del storytelling. “La gente olvidará lo que dijiste, olvidará lo que hiciste, pero nunca olvidará cómo la hiciste sentir.”
Ese es, en definitiva, su verdadero poder. Y por eso, más que una herramienta para comunicadores, es una forma de generar impacto.
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