El empresario, y ahora escritor paraguayo, Christian Eulerich, compartió su mirada respecto a la gestión organizacional, dice él, que asumen las empresas globalmente como unidades productivas. Refiere a que estas definitivamente no están conduciendo a sus participantes a un mejor lugar.
No somos individuos sino sujetos relacionales y como tales, las relaciones son también constitutivas de la producción, el comercio, los servicios, algo que la economía hoy desconoce, sostuvo Christian y agregó que las personas “no vamos a trabajar sino a relacionarnos y de acuerdo a cómo lo hacemos nos esforzamos, nos motivamos y también fallamos”.
Los pensamientos del empresario y como llegó a ellos, están expuestos en su libro “Desafío de la ficción económica. Sentir en el trabajo”. En él se visibiliza la complejidad laboral, su relación con la economía y con el bienestar que las personas buscan en su vida. También habla de cómo errar no es humano.
En entrevista para Revista FOCO, Christian comentó que el libro es también resultado de su soledad, refiriéndose a lo que implica querer hablar de temas “incómodos”, así como él los llama. Las personas evitamos como sea el planteo de lo incómodo; con la pareja, los hijos, entonces imaginen en la economía. Así empezó una charla realmente inusual.
“Más que escritor, soy alguien que necesitaba un espacio para reflexionar sobre temas organizacionales, económicos, productivos, fallas en un sistema global que no funciona. Como no encontraba con quién hablar de ellos en profundidad, escribir se convirtió en una herramienta interesante para mí, un escape. No creo que aún puedan llamarme escritor”, enfatizó.
Instalar la idea. Nos compartió detalles de su peregrinar intentando instalar conversaciones, espacios en los que se habilite hablar de lo incómodo desde otros lugares de la producción, la economía, los mercados. “Intenté por casi diez años dentro de mi estrato socioeconómico con colegas industriales, conocidos del sector financiero, en mis gremios. Dice que incluso lo hizo con varios outsiders hoy electos y activos en la función pública. Christian nos comentó, cómo funciona el paradigma de que los cambios pueden hacerse exclusivamente a través del poder político, siendo electo y activo en un gobierno y con buenas políticas públicas. Para él esto es extraño, pues por un lado, países como Alemania tiene buenas políticas hace décadas y sin embargo ni siquiera logran paz en su convivencia. Ni los treinta años que pasaron desde la caída del muro de Berlín han sido suficientes para unir ambos pueblos.
El menciona que la economía es la que atraviesa globalmente la existencia de las personas, es parte de casi 1/3 de nuestra cotidianidad y cree que su gestión tiene mucho que ver con el progreso, el no desarrollo humano.
“Me dijeron que el libro resulta incómodo de leer, tal vez porque tiene algo de catarsis mía, pero está escrito en positivo”. Entre bromas comentó que el contenido pasó por varios filtros, porque su principal debilidad es la comunicación y el poder hablar en positivo. “Creo que a veces exageramos con las buenas intenciones que tenemos y el eterno mirar en positivo nos lleva a negar ciertos aspectos de la realidad”, comentó el Ingeniero Industrial egresado en Alemania.
Algo interesante que encontramos conversando con él es como él firmó el libro: …y Christian Eulerich. Los puntos suspensivos hacen alusión a lo que para él es importante de comprender. Las personas nos hacemos con otros, todo el tiempo, no somos individuos auto-producidos. No necesariamente nos conocemos, tampoco sabemos lo que los demás necesitan ni piensan de nosotros, menos podemos abrir la boca y seguir enunciando la verdad, como veo hasta hoy muchos lo hacen. Pero sé que lo hacen desde el fondo de sus corazones, comprendo porque yo también lo hacía.
Este empresario insiste que es momento de repensarnos como actores económicos, hacernos cargo de los efectos y las relaciones que producimos diariamente y las cuales no le son útiles al 90 % de la humanidad. Él cree ser parte del 10% positivo y esperanzador.
El empresario-escritor intenta aportar desde las preguntas. Dice que es hora de dejar de responder a las demandas sociales, para primero preguntarnos distinto sobre ellas. ¿cuáles son los beneficios que los modelos económicos y políticos nos regalan? ¿Qué sabemos de la competencia que surge de las distintas visiones de países que genuinamente tenemos? Se pregunta esto y más.
Ante la consulta sobre la mirada que tiene hacia las empresas paraguayas, Christian sostuvo que son similares a las de cualquier otro país del mundo. Salvando las diferencias entre los países, los reclamos acaban siendo muy parecidos. Nos comentó el caso actual de la reconocida fábrica alemana Volkswagen, lo que están viviendo los hospitales con sus personales de blanco. Casi todos están atravesando un momento difícil y los empleados alegan algo similar a lo que diría un trabajador paraguayo; no nos escuchan. Esto qué significa, acentuó, que la economía es un modelo que la entendemos como algo mecánico, productivo sin más, por eso funciona desde enunciados que priorizan otras cuestiones y no precisamente la participación, el sentir de quien trabaja y forja sus esperanzas trabajando.
A lo que surgió otra interrogante, las nuevas generaciones, ¿cómo lo harán? El autor del libro cree que sería ingenuo creer que las nuevas generaciones harán algo muy distinto. Esto se debe a que hablamos de fenómenos sociales y estos son primero anónimos. Están hechos por todos sin ser producidos por nadie. Entonces se reproducen con instituciones que ni sospechamos como las familias, las escuelas, las universidades, por citar algunas. Todos son grandes reproductores de lo mismo, perpetúan los modelos, fragmentan la sociedad, pero ni cuenta nos damos. Apuntó a ser cuidadosos con las tendencias del mercado; estándares, modelos enlatados y nuevos sistemas organizacionales que prometen cambios.
El cree que el primer problema del enfoque que tenemos los que están en los puestos de mando económico es justamente, creer que existe un camino, una propuesta, una democracia, un líder, un partido, una solución. La humanidad no va a resolver sus desafíos a partir de 1 o 5 modelos, sino será construyendo decenas de recetas locales que generen espacios útiles para las personas que forman parte de ese convivir que se organiza.
El habla de recetas vivas organizacionales, refiriéndose a las empresas. Modelos que cambian, porque no son estáticos, no están escritos sobre piedra porque es un estándar foráneo. Cada organización debe construir su propia receta con las personas y sus saberes.
En su caso particular, habló de un proceso de casi 6 años para que los trabajadores empezaran a creer que realmente la empresa está dispuesta a escuchar y hacerse cargo de los efectos de los estándares, modelos, encuestas.
No se trata de querer hacer las cosas diferentes de un día para el otro, de contratar a alguien para que lo haga, no. “Esto empieza con nosotros, escuchar respecto a la improductividad que yo como empleador generé en sus vidas”, acotó.
Finalmente lanzó una idea tal vez ilusa, nos dijo: los Estados del futuro deberán incluir dos cabezas en sus gobiernos; una política (como ya lo es hoy) y una económica. Ambos son claves en la vida de sus habitantes, ambos deben rendir cuentas.
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