Por: Gabriela Teasdale
Presidenta de la Fundación Transformación Paraguay
Arranca un nuevo año y me encantaría que todos podamos ser honestos y bien realistas con relación a nuestras metas, porque cuando empezamos a soñar, es fácil caer en ambiciones poco tangibles que pueden conducirnos al fracaso. Para cumplir nuestros objetivos, primero debemos enfocarnos en nuestro crecimiento personal. No hay mejora o avances si nosotros no estamos preparados, si no hay espacio para lo nuevo, si seguimos estancados en el pasado, poniendo excusas, quejándonos constantemente y teniendo hábitos que no suman.
Para que podamos cumplir con las metas trazadas tiene que haber mucha coherencia con nuestra forma de pensar, hablar y actuar. Los resultados llegan cuando nuestros valores y hábitos están alineados a nuestros objetivos.
Por eso sería bueno que antes de proponernos cualquier nuevo objetivo podamos observarnos a nosotros mismos para saber cómo nos encontramos en este momento: ¿Cómo nos sentimos? ¿Cuál es el balance del año que acabó? ¿En qué debemos poner nuestra mirada después de todo lo vivido? Tratemos de ordenar nuestra mente, analicemos los desafíos y obstáculos que tuvimos durante el camino, lo que logramos y lo que no se pudo conseguir por alguna razón. Tenemos que aprender a darle sentido a cada paso que damos.
No importa si esos pasos son pocos y si son pocos, porque tampoco se vale andar a las corridas. Lo importante es trabajar en lo esencial, en eso que de verdad vale para cada uno de nosotros. Porque nadie quiere terminar frustrado, enfermo, con estrés o perdiendo relaciones detrás de una lista interminable de metas. Entonces, trabajemos en objetivos que tengan significado, no en los que al final del día nos generen más vacío que otra cosa. Analicemos nuestras ambiciones y si esas aspiraciones son sólo para beneficio personal o van más allá.
Hoy quiero compartir contigo cómo trabajo en mis objetivos para el nuevo año, siguiendo un enfoque estructurado que se alinea con mis enseñanzas y las estrategias que he compartido con clientes y lectores a lo largo de varios años. Así es como lo desarrollo:
Reflexión: Empiezo por reflexionar sobre el año pasado, teniendo en cuenta tanto mis éxitos como las áreas en las que no logré avanzar. Esto me ayuda a entender qué funcionó, qué no y qué necesito cambiar.
Clarificación: Aclaro mis objetivos haciéndolos SMART (específicos, medibles, alcanzables, relevantes y con plazos determinados). Esto garantiza que mis objetivos estén bien definidos y sean viables.
Proceso de preguntas diarias: Utilizo un proceso de preguntas diarias para hacerme responsable. Me hago una serie de preguntas todos los días que reflejan mis valores y objetivos. Esto me ayuda a mantenerme centrada en lo que es importante y a hacer un seguimiento de mi progreso.
Retroalimentación y coaching: Busco la retroalimentación de los demás y trabajo con un coach para obtener una perspectiva externa. Esto me ayuda a mantener el rumbo y hacer los ajustes necesarios a mis estrategias.
Persistencia: entiendo que alcanzar las metas es un proceso que requiere un esfuerzo constante. Me preparo para los contratiempos y los veo como oportunidades de aprendizaje en lugar de fracasos.
Celebro el progreso: celebro mis microvictorias a lo largo del camino para mantenerme motivada y reconocer el progreso que estoy logrando hacia mis metas más grandes.
Al seguir estos pasos, trabajo en mis metas de manera disciplinada y enfocada, lo que aumenta mis posibilidades de que el nuevo año sea exitoso.
Espero que vos también puedas construir intencionalmente tu proceso. Recuerda que los logros requieren visión, enfoque, un mapa claro y ¡mucha determinación!
Y espero, de corazón, que en este 2025 todos podamos dar pasos significativos para alcanzar las metas propuestas, con la confianza suficiente de estar transitando por el camino correcto.