Juan Carlos Zárate Lázaro. Consultor financiero
Estamos en pleno siglo XXI,  donde los  cambios fluyen vertiginosamente en métodos y flujos de procesos dentro de nuestras organizaciones. A pesar de ello,  seguimos teniendo a muchas personas y empresas temerosas al cambio.
Tratan de escapar a lo desconocido prefiriendo mantenerse dentro de su zona de confort, resistiéndose a probar algo nuevo, a pesar de que ven a diario y son  conscientes de que lo viejo ya no funciona dentro de un mundo en donde la tecnología está presente minuto a minuto.
Dentro del mundo globalizado que nos toca vivir, muchas veces nos vemos limitados en nuestros pensamientos, tornando más complicado  aceptar de parte de otros nuevas ideas.
No es pecado, tener solo una respuesta a diversas situaciones siempre y cuando lo podamos utilizar de manera consistente, pero lo recomendable es disponer de “una ventanita” para dar lugar a otras alternativas que se nos puedan presentar y que sean de aplicabilidad práctica.
Se siguen dando casos de empresas de tamaño Corporativo y Pymes que llaman a Convocatoria de Acreedores y quiebran, o relaciones personales que se deterioran, debido a la rigidez de pensamientos de sus directivos.
Si nos autoconvencemos que toda pregunta tiene una sola respuesta válida, tenderemos a ver solamente esa única y a juzgarnos a nosotros mismos y a los demás según nuestros conocimientos y aceptación que puedan tener.
Aquel funcionario o directivo de una empresa que tenga suficiente amplitud mental y la ductilidad para adaptarse a diversas situaciones, tendrá mejores chances que el que vive dentro de un termo y no sale de su formato de ser y de hacer las cosas en forma rutinaria.