Stella Guillén
Presidenta de la AFD
El acceso al financiamiento adecuado no es solo una herramienta para empoderar a las mujeres, es un motor clave para transformar economías y sociedades. Cuando las mujeres tienen acceso a los recursos financieros necesarios, se convierten en verdaderas agentes de cambio, capaces de impulsar no solo sus propios proyectos, sino también el crecimiento económico de sus comunidades.
Según el Banco Mundial, en 2021 solo el 65% de las mujeres a nivel global tenían una cuenta bancaria, en comparación con el 72% de los hombres. Aunque los porcentajes van mejorando ligeramente, en muchos países las mujeres enfrentan barreras sistémicas para acceder a créditos y recursos financieros, lo que limita su capacidad para emprender, innovar y participar plenamente en la economía.
Tener acceso a una cuenta bancaria o a un crédito no solo mejora las vidas de las mujeres, sino que les permite contribuir más activamente al desarrollo económico de sus comunidades. Estudios muestran que las mujeres emprendedoras tienden a tener un mayor retorno de inversión a largo plazo. Además, reinvierten hasta el 90% de sus ingresos en sus familias y comunidades, en comparación con el 40% de los hombres, lo que genera un impacto mucho más amplio en la educación, la salud y el bienestar social.
En nuestra experiencia como banco de desarrollo, podemos corroborar esta tendencia en Paraguay, donde las mujeres han tenido un mayor acceso a productos financieros, como créditos para vivienda, MIPYMES y educación. En los 19 años de trabajo de la Agencia Financiera de Desarrollo (AFD), más de 24.000 mujeres han logrado acceder a créditos y financiamiento, movilizando más de 776 millones de dólares en inversiones.
Uno de los sectores donde esto es más evidente es el de la vivienda. El acceso a una vivienda digna y propia es fundamental para lograr la estabilidad económica y el empoderamiento de las mujeres. A través de mecanismos financieros disponibles, más de 11.800 mujeres han adquirido una vivienda propia, un paso clave hacia su estabilidad económica. Incluso hoy, en el nuevo programa Che Róga Porâ, el 53% de las beneficiarias son mujeres. Este no es un dato menor, ya que la estabilidad del hogar impacta directamente en la calidad de vida de las familias y en el futuro de las próximas generaciones.
El emprendimiento también ha sido una vía importante para muchas mujeres. En este sentido, más de 6.200 empresas, de las cuales el 94% son micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES), han sido impulsadas por mujeres. Los sectores de comercio y servicios son los que más han crecido, demostrando que cuando se les da una oportunidad, las mujeres no solo contribuyen al desarrollo de sus familias, sino que dinamizan toda la economía local.
Además del acceso al crédito, la educación es otro pilar fundamental para empoderar a las mujeres. El financiamiento para estudios, tanto en el país como en el extranjero, ha sido crucial para permitirles mejorar sus habilidades y aumentar sus oportunidades laborales. Un 85% del financiamiento para estudios ha sido solicitado por mujeres y destinado a programas de maestría en áreas clave como salud, ingeniería y administración.
El Rol de los Bancos de Desarrollo
En este contexto, la Agencia Financiera de Desarrollo (AFD) juega un papel fundamental en la inclusión financiera de las mujeres. Ha impulsado la creación de productos financieros adaptados a las necesidades específicas de las mujeres. Esto incluye créditos con plazos y tasas que fomentan la inversión en sus negocios, viviendas e incluso en la financiación de sus estudios. Además, ofrece garantías que reducen la percepción de riesgo por parte de las instituciones financieras, acompañando a las mujeres en sus créditos cuando no cuentan con suficientes colaterales. También facilita la capacitación y el asesoramiento técnico especializado a través de alianzas con instituciones financieras, tanto públicas como privadas.
Es fundamental que el financiamiento se entienda como una inversión estratégica en el desarrollo económico y social del país. El acceso a estos recursos debe ser visto como una oportunidad para liberar el potencial de miles de mujeres que, con las herramientas adecuadas, pueden transformar sus vidas, sus familias y sus comunidades. Al eliminar las barreras financieras y asegurar condiciones justas, no solo promovemos la equidad, sino que construimos un país más dinámico y próspero, donde las mujeres desempeñan un rol protagónico en el futuro económico de Paraguay. Debemos continuar trabajando para que más mujeres accedan a productos financieros que les permitan participar plenamente en la economía y ser agentes de cambio en sus comunidades