La reciente calificación Baa3 que nos otorgó Moody’s nos hace estar en el codiciado “grado de inversión”, un sello que podría abrir las puertas a una avalancha de capital extranjero. Sin embargo, aunque la oportunidad está servida, el país enfrenta un desafío crucial: no hay suficientes proyectos de inversión sólidos que puedan canalizar esos flujos de capital.
Según el economista Elías Gelay, la falta de proyectos estructurados y de volumen adecuado para sostener este potencial crecimiento económico. En su opinión, tanto el país como el sector empresarial deben mejorar su capacidad para gestionar y elaborar proyectos, un reto que incluye la colaboración y el trabajo en equipo. “Nos falta mucho como país, tenemos que empezar a formar gente que sepa cómo desarrollar estos proyectos y animarnos a invertir en ellos”, explicó.
Otro desafío que emerge del nuevo estatus crediticio es el cambio en las expectativas de rentabilidad. Con el grado de inversión, las tasas de interés bajan, lo que reduce tanto el costo del endeudamiento como el retorno de las inversiones. En palabras de Gelay, la clave estará en cambiar el enfoque: “Antes ganábamos 20% de un negocio de 100; ahora vamos a ganar 15%, pero necesitamos un negocio de 1.000″. Esto implica que las empresas tendrán que pensar en grande, apostando por el volumen de sus operaciones en lugar de centrarse únicamente en las tasas de retorno.
¿Competir o colaborar?
Además de los proyectos, las empresas locales deberán reevaluar sus procesos para estar a la altura de las exigencias de los inversionistas extranjeros. Los nuevos actores que lleguen podrían convertirse en socios estratégicos o en competidores voraces, dependiendo de cómo se ajusten las compañías paraguayas a las nuevas reglas del juego. Es fundamental que las firmas adapten sus estándares y optimicen sus operaciones para atraer alianzas en lugar de verse reemplazadas o desplazadas por competidores mejor preparados.
Un aspecto que no se puede ignorar es la apertura del capital empresarial. Si las empresas paraguayas no están dispuestas a hacerlo, corren el riesgo de ser superadas por competidores que sí lo hagan y que capten las inversiones necesarias para crecer a mayor velocidad. El crecimiento del mercado accionario en Paraguay también se presenta como una vía para diversificar las fuentes de inversión, especialmente ante la expectativa de una menor rentabilidad en los títulos de renta fija.
Ahora bien, el verdadero reto para Paraguay, según el experto, radica en la creación de proyectos de inversión que puedan captar el interés del capital extranjero. A pesar del prestigio de haber alcanzado el grado de inversión, este estatus no garantiza un crecimiento automático si no se generan iniciativas concretas para canalizar los recursos. Sin proyectos de envergadura, la economía paraguaya podría quedarse con el potencial, pero sin el crecimiento real que necesita.
‘‘El desafío es evidente, las empresas locales no solo deben ajustarse a las nuevas condiciones del mercado, sino que también deben pensar en grande. La rentabilidad ya no se centrará únicamente en los porcentajes de interés, sino en el tamaño de las operaciones. Si queremos capitalizar esta oportunidad histórica, debemos ponerse manos a la obra y generar los proyectos necesarios para atraer las inversiones’', finalizó.