Marcelo Codas
Socio del Estudio Codas
En la empresa familiar, el paso de una generación a otra es muy importante y probablemente el paso de la primera a la segunda generación constituya el cambio más importante en cuanto respecta a los traspasos generacionales. Habitualmente la empresa es un hijo más para su fundador: la vio nacer, crecer y pasar por todos los sentimientos que solo los hijos son capaces de generar en sus padres.
El fundador maneja la empresa como algo netamente suyo. Así, opera como a él le gusta y como él quiere. Conoce profundamente y en puntilloso detalle todo cuanto se debe hacer en la empresa, con el aditamento de que lo tiene todo en su cabeza.
Así, el paso de la primera a la segunda generación tiene un componente emotivo muy importante pues para el fundador, la transición a la siguiente generación es similar a que un hijo se salga y aparte de su órbita de control.
En general, al fundador le cuesta trabajar esa transición y, en consecuencia, planificarla hacia la segunda generación. Es como si no tuviera en cuenta que una vez que él ya no esté físicamente, sus hijos y eventualmente su cónyuge -si le sobrevive- deberán asumir el mando en roles de propiedad, dirección y gestión; luego, si no se trabaja convenientemente la transición, es muy probable que quienes asuman tareas de conducción no cuenten con las herramientas para hacerlo con la eficacia y la eficiencia que, de la mano del fundador, dieron identidad a la empresa.
Entre otras razones, esta es crucial para que exista un elevado porcentaje de empresas familiares que no resisten el paso de la primera a la segunda generación, lejos de la creencia de que el motivo principal de la falta de continuidad sea la baja o inexistente rentabilidad, sino el hecho de no haber previsto una adecuada sucesión.
Es importante señalar que existen verificables mayores posibilidades de éxito si la transición de la primera a la segunda generación se trabaja en presencia del fundador; él es quien lleva la impronta de la empresa y, consiguientemente, puede aclarar cualquier duda que los hijos tengan sobre determinados temas.
La decisión que debe provenir del fundador no es fácil. Y esto es así porque en ella median profundos sentimientos portadores del más genuino afecto, no obstante, facilitar la transición generacional resulta trascendental para la vida futura de la empresa familiar.