Gabriela Teasdale
Presidenta de la Fundación Transformación Paraguay
En mi rol de mentora de líderes suelo identificar que muchas personas llegan a mí con heridas no sanadas, con una carga que les impide avanzar hacia una vida más plena. Estas experiencias dolorosas pueden ser producto de un relacionamiento complejo con su entorno, generalmente padres, hermanos o cuidadores, y tienen un impacto significativo en su vida presente.
El dolor emocional no resuelto nos lleva involuntariamente a repetir patrones, a bloquearnos, a evitar hablar de lo que verdaderamente sentimos. Estos patrones a menudo surgen de un niño interior desorientado o perdido, que cree en una narrativa falsa que le han repetido desde la infancia. Los psicólogos suelen utilizar esta figura del niño interior para reconectar con nuestro yo más pequeño, empezar a sanar el pasado y avanzar hacia el futuro.
Siempre le digo a mis clientes que “el pasado no define su futuro”, pero ciertamente ayuda a darle forma. Todos en cierta medida, cargamos con heridas, pero la diferencia puede estar en cómo afrontamos ese dolor. Cuando un dolor nos impide sanar una situación, no nos estamos orientando hacia nuestro crecimiento personal.
Hay algunas técnicas que pueden ayudarnos a avanzar desde una experiencia dolorosa, que buscan sanar a ese niño interior que muchas veces se resiste a tener una vida más plena.
1) Crear un ambiente positivo para contrarrestar los pensamientos dolorosos. Siempre digo que la forma en que te hablas puede marcar la diferencia. Seamos gentiles con nosotros, digámonos todos los días lo mucho que valemos, pensemos en todo lo que hemos superado y todo lo bueno que tenemos por delante.
2) Practicar la atención plena o el mindfulness. Los expertos señalan que cuanto más nos focalizamos en el momento presente menos nos afectará el pasado o el futuro. Cuando practicamos el estar presentes, acá y ahora, nuestras heridas tienen menos control sobre nosotros y tenemos más libertad de elegir cómo queremos responder a las situaciones difíciles.
3) Ser amables con nosotros mismos. Si nos criticamos todo el tiempo, el foco siempre estará en nosotros y en lo que hacemos mal. La alternativa es mostrarnos amables y compasivos. Tratarnos a nosotros como nos gustaría que nos traten los demás.
4) No esconder las emociones negativas. Muchas veces evitamos sentir tristeza, rabia o decepción. Es común que intentemos silenciar esos sentimientos, pero justamente eso puede interrumpir el proceso de dejarlos ir. Tenemos que permitir sentirnos furiosos, decepcionados, desesperados... para que esas emociones fluyan.
5) La capacidad de perdonar es uno de los atributos más maravillosos del ser humano. Esperar que una persona que nos hizo daño venga a disculparse puede inmovilizarnos en un evento que tal vez no llegue nunca. Si perdonas, te estás ocupando de tu propia curación, te estás cuidando.
Y por último creo que es muy importante rodearte de personas que te aporten, que te sumen en vez de restar, definitivamente te van a ayudar en el proceso de sanación. Te invito a que intentes practicar ese viaje interior para que puedas vivir un presente pleno y diseñes un futuro lleno de posibilidades.