Carlos A. Primo Braga
Profesor de la Fundación Don Cabral, Brasil.
Los insultos proferidos por el presidente Milei contra el presidente Lula y su decisión de no participar en la cumbre del Mercosur en Paraguay en julio no favorecen las relaciones bilaterales ni el fortalecimiento del Mercosur. El presidente Milei optó por participar en un foro de políticos conservadores en Santa Catarina, alineados con el expresidente Bolsonaro, en lugar de la cumbre del Mercosur. El presidente Lula, por su parte, ha enfatizado que a menos de una solicitud formal de disculpas de Milei, se niega a reunirse con el presidente argentino. Cabe también observar que Lula apoyó explícitamente al expresidente Fernández en las elecciones que eligieron a Milei. Estos enfrentamientos ocurren en paralelo con un amplio contraste en lo que respecta a las convicciones económicas de los dos gobiernos.
Milei se autodenomina un “anarco-capitalista” y culpa al populismo peronista como la causa básica de la crisis argentina. Milton Friedman y Robert Lucas, exponentes del pensamiento económico de la Universidad de Chicago, y Murray Rothbard, quien popularizó el pensamiento de la Escuela Austríaca en EE.UU., proporcionan los pilares para sus convicciones. Cree que la economía debe operar principalmente en base a contratos privados y considera la defensa de un estado de bienestar social como un error.
Por su parte, el presidente Lula favorece una política económica intervencionista basada en una política industrial activa y transferencias de ingresos para las capas más pobres de la población. Cree que el gasto gubernamental es esencial para el dinamismo de la economía y en este contexto se alinea con un enfoque que podría caracterizarse como un keynesianismo tropical.
La Crisis Financiera Global (2008-09) y la pandemia de Covid-19, en paralelo con crecientes fricciones geopolíticas, han contribuido a un nuevo interés en la resiliencia económica y las políticas industriales. El CHIPS and Science Act (2022) de EE.UU., así como la creciente ola proteccionista alrededor del mundo, ilustran esta tendencia. En este contexto, la adopción de una política industrial intervencionista en Brasil no sorprende.
La agenda neoliberal del gobierno de Milei, por su parte, contrasta con esta tendencia. Y al prometer eliminar protecciones a la industria nacional, caracterizadas como privilegios, Milei deja claro que no pretende adoptar una política industrial intervencionista.
Ambas administraciones, sin embargo, enfrentan dudas sobre la viabilidad de sus políticas fiscales. En Argentina, el gobierno de Milei viene implementando una política radical de recortes de gastos gubernamentales y de subsidios, complementada por tasas “temporales” sobre importaciones. Por primera vez desde 2012, Argentina viene logrando superávits primarios fiscales y el gobierno tiene como objetivo un superávit primario del orden de 1,7% del PIB en 2024 (frente a un déficit de 2,9% del PIB en 2023).
En Brasil, las reglas del juego para el futuro de las cuentas públicas (el “marco fiscal”) vienen perdiendo credibilidad. Las metas para superávit primario vienen siendo revisadas (de 0,5% del PIB en 2025 a 0% y de 1% del PIB a 0,25% en 2026). El mercado en este momento apuesta por un déficit primario de 0,7% en 2024 en contraste con la meta del gobierno de un equilibrio fiscal.
En Argentina, el impacto del ajuste fiscal ha sido significativo y se estima una contracción de cerca de 3,5% del PIB en 2024. La inflación viene desacelerándose (de 25% al mes en 12/2023 a 4,6% al mes en 6/2024, pero en términos anuales aún se encuentra en 271,5%). Pero con el desempleo aumentando (7,7% en el primer trimestre de 2024 frente a 5,7% en 2023) y niveles crecientes de pobreza (alcanzando a más del 40% de la población), las presiones sociales aumentarán si una recuperación económica no ocurre en los próximos meses.
En Brasil, la economía debería crecer cerca de 2,1% en 2024 (frente a 2,9% en 2023), pero las incertidumbres sobre la situación fiscal y las tensiones entre el presidente Lula y el actual presidente del Banco Central han contribuido a aumentar la incertidumbre sobre la estabilidad macroeconómica del país. En el primer semestre de 2024, el Credit Default Swap a 5 años (un derivado financiero que sirve como un seguro contra “accidentes”) para la deuda brasileña aumentó en cerca de un 29%.
Las presiones sociales en Argentina y la volatilidad de los tipos de cambio en ambos países seguirán impactando los planes económicos en la región. El programa PAEX de la Fundação Dom Cabral ayuda a las empresas en el Mercosur a gestionar estos choques.