Por Gabriela Teasdale
Fundadora de Transformación Paraguay
El conocimiento personal nos permite descubrir nuestras fortalezas y limitaciones. Implica también darnos cuenta de nuestros valores, que son forjados en diferentes momentos de la vida y que finalmente nos definen. Cuando entendemos de qué estamos hechos difícilmente optamos por el camino equivocado —aunque tampoco estamos exentos de caer en el error— Al tener claridad, amor y respeto hacia nosotros mismos resulta más fácil reconocer y abrazar nuestro propósito de vida.
Muchas veces creemos que no tenemos nada interesante que dar al mundo, pero cuando hacemos un viaje interior descubrimos un universo de gratas sorpresas, de hazañas increíbles, de sueños dormidos bajo una capa de miedo. Todos podemos escribir una gran historia, solo hace falta tomar lápiz y papel y empezar a construir un legado.
Brian Tracy dijo: «Tú tienes dentro de ti todo lo que necesitas para superar los desafíos de la vida. No importa lo que te hayan dicho, no importa lo que hayas experimentado, no importa lo que hayas hecho en el pasado, tienes el poder de cambiar, crecer y cumplir tu potencial». Es curioso que a veces busquemos que otros nos indiquen el camino a seguir, cuando en realidad nuestra brújula se encuentra dentro de nosotros, esperando a que la saquemos a relucir.
Nuestras propias experiencias nos ayudan a conocernos más y a descubrir el gran tesoro que cada uno de nosotros guarda: los dones y talentos que se convierten en nuestra materia prima. Y junto a ellos, nuestro valor personal. Ese valor personal que nos enseña a enfocarnos en lo importante, a plantarnos firmes en las metas que nos proponemos, qué están alineadas a lo que somos y que nos permiten avanzar.
Hace algún tiempo escuché a un reconocido experto en desarrollo personal compartir una especie de mantra que creo que todos deberíamos tener presente: «Cuando crece mi amor propio me enfrento mejor a mis miedos, cuando crece mi amor propio crezco en madurez, cuando crece mi amor propio crezco en valores, cuando crece mi amor propio crece mi visión, cuando crece mi amor propio me valoro más, cuando crece mi amor propio crece mi amor por los demás, cuando crece mi amor propio me siento más merecedor, cuando crece mi amor propio mejoran mis relaciones personales, cuando crece mi amor propio mejora mi salud, cuando crece mi amor propio me vuelvo más resistente, cuando crece mi amor propio se fortalece mi carácter, cuando crece mi amor propio mejora mi relación con Dios».
Entonces, mi consejo es que te pongas en movimiento, que tomes la decisión de levantarte cada día con ganas de seguir creciendo, para que de esa manera puedas impactar positivamente la vida de las demás personas. Y no olvides que ser nuestra mejor versión produce alegría, empatía, amor, genera cosas bellas y se logra desde el valor y la confianza en uno mismo. ¡Anímate a descubrir de qué estas hecho!