• Por Cristiane Mancini,
  • Economista y Docente
Internacionalmente, a pesar de las acciones inmediatas de los bancos centrales y la baja en los precios mundiales de alimentos y energía, la inflación subyacente se mantiene alta, alrededor del 8% en Brasil, México y Chile.
El 2023 es un año difícil para la región, con crecimiento desacelerado, tasas de interés altas y precios bajos de materias primas. Controlar la inflación será un proceso prolongado y expuesto a riesgos como el aumento de presiones salariales.
El empleo y el consumo de bienes y servicios se desaceleran, y la confianza de consumidores y empresas está debilitada. Las alianzas comerciales se ven afectadas por la inestabilidad económica. El malestar social y la desconfianza en las instituciones públicas, persisten.
El Índice de Miseria, que mide la inflación y el desempleo (más el ingreso medio y la tasa de morosidad en su nueva versión), refleja este malestar. En el segundo trimestre de 2024, alcanzó 75.9, cerca del récord de 80.9 del cuarto trimestre de 2021. Antes de la pandemia, era 40.5.
Aunque el PIB ha aumentado, el malestar económico sigue alto. Los ingresos familiares erosionados han llevado a un récord de endeudamiento (78%) y deudas pendientes (29%), según la Encuesta de Deuda e Impago del Consumo. El aumento del empleo informal y la falta de políticas para mejorar el ingreso mínimo han empeorado la distribución del ingreso, reduciendo el bienestar y desarrollo económico.