Luiz Beduschi
Oficial Principal de Políticas en Desarrollo Territorial de la FAO
Las crisis sanitarias, económicas, climáticas, políticas y humanitarias recientes han generado una atmósfera de incertidumbre global. En este complejo y cambiante escenario, la Agricultura Familiar se erige como un sector esencial para enfrentar los desafíos emergentes. La inseguridad alimentaria y el costo de una dieta saludable han alcanzado niveles alarmantes, mientras que el cambio climático impone una presión sin precedentes sobre los sistemas agroalimentarios.
Por un lado, es en la Agricultura Familiar donde los efectos de estos escenarios extremos se sienten de manera más acentuada, profundizando las desigualdades estructurales que impactan la capacidad de acceder a mejores condiciones productivas y sociales. Sin embargo, para avanzar en una agenda de transformación rural inclusiva y resiliente, resulta prioritario resaltar el papel de la Agricultura Familiar como agente clave en este proceso, por su capacidad de producir alimentos saludables y nutritivos, de la mano con prácticas que valoran la biodiversidad y los conocimientos ancestrales en los territorios.
Reconociendo este contexto, la Asamblea General de Naciones Unidas, reconoció el período entre 2019 y 2028 como el Decenio de las Naciones Unidas para la Agricultura Familiar, representando una oportunidad única de avanzar en la construcción de políticas diferenciadas para el sector por medio del diálogo y de la participación.
Luiz Beduschi, Oficial Principal de Políticas en Desarrollo Territorial de la FAO. Foto: Gentileza.
La aprobación del Decenio posiciona la Agricultura Familiar en el más alto nivel en las agendas de desarrollo y nuestro deber es seguir apoyando y fomentando acciones en favor del sector; y para apoyar su implementación, se ha elaborado un Plan de Acción Mundial del Decenio de las Naciones Unidas de la Agricultura Familiar, que tiene por meta acelerar las medidas tomadas de manera colectiva, coherente e integral para apoyar a los agricultores familiares.
Con base en este Plan, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) proporciona orientación detallada a los gobiernos nacionales y locales, parlamentos, instituciones académicas, sector privado y organizaciones de agricultores y productores, para poner en marcha planes nacionales, donde hemos visto avances importantes, lo que permite orientar esfuerzos hacia la implementación de acciones para el sector y contribuir para la consecución de los objetivos planteados por el Plan de Acción Global del Decenio.
Desde la FAO, venimos trabajando mano de la mano con los países de nuestra región para apoyar en el diseño e implementación de políticas públicas diferenciadas hacia la Agricultura Familiar, orientando inversiones que se adecuen a las necesidades y realidades de los agricultores y las agricultoras familiares, y dinamizando el tejido socioeconómico en los países. Este esfuerzo demanda fomentar mecanismos de cooperación y diálogo, que permitan circular innovaciones y soluciones que tenemos en diferentes contextos, y establecer una agenda conjunta entre los países que identifique prioridades para la acción.
Para eso hemos desarrollado nuestra Plataforma Técnica Regional de Agricultura Familiar, un espacio que tiene por objetivo fortalecer capacidades y compartir el conocimiento existente en temas relacionados a la agenda de Agricultura Familiar. En este espacio se pone a la disposición series de intercambios técnicos, diálogos de saberes y cursos virtuales que conectan los tomadores de decisión, agricultoras/es familiares con lo que hay de avances en las herramientas y políticas para el sector.
También en el marco de la implementación del Decenio de Agricultura Familiar, es importante destacar iniciativas que buscan coordinar esfuerzos por medio del diálogo y de la cooperación. En este marco, espacios como la Reunión Especializada sobre Agricultura Familiar del MERCOSUR (REAF/MERCOSUR), que cumple 20 años de funcionamiento y tendrá su 40ª edición en Asunción, entre los días 18 y 20 de junio, son ejemplos de cómo es posible construir políticas diferenciadas para la Agricultura Familiar por medio del diálogo y la coordinación institucional en todos los niveles, reconociendo la multidimensionalidad del sector y sus contribuciones al desarrollo sostenible.
A lo largo de dos décadas, la REAF/MERCOSUR ha sido un espacio de innovación en políticas públicas y que tuvo un papel clave en visibilizar el papel de la Agricultura Familiar en los países de la región. Desde su creación, el espacio se ha institucionalizado como un canal de diálogo formal entre representantes de gobierno y de las organizaciones de la Agricultura Familiar, y que permite avanzar de manera consensuada en caminos para el fortalecimiento del sector.
En este proceso, se ha fomentado por medio de recomendaciones y decisiones del bloque, la construcción de políticas que reconozcan el sector y posicionen de manera clara las necesidades existentes entre las mujeres rurales, jóvenes rurales, así como hacer frente a los desafíos para mejorar las condiciones de acceso a recursos naturales. De igual manera, se reconoció el rol de las políticas de fomento productivo, lo que permitió avanzar en una agenda que conecte las/os agricultores familiares a los mercados, fomentando instrumentos como las compras públicas, programas de Alimentación Escolar y las ferias libres.
Pero ninguno de esos avances sería posible sin una de las grandes innovaciones producidas por la REAF, que fue la orientación hacia el desarrollo de sistemas de registros de la Agricultura Familiar. Como fue mencionado, es fundamental que los países puedan desarrollar e implementar acciones diferenciadas que permitan fortalecer el sector, focalizando acciones que fomenten la capacidad productiva y de innovación de la Agricultura Familiar, así como garantizar las condiciones necesarias para su inclusión social y política. Una de las herramientas más importantes en este contexto son los Registros de Agricultura Familiar, que, al permitir el reconocimiento de las y los agricultores familiares, conecta las estrategias de trabajo de los gobiernos nacionales con las verdaderas necesidades del sector, para articular políticas públicas diferenciadas, eficientes y pertinentes que permitan atender las necesidades y desafíos que enfrenta el sector de manera integral.
La experiencia muestra que poner en marcha un sistema de Registro de Agricultura Familiar conlleva a enfrentarse a una serie de desafíos, que van desde la construcción de acuerdos políticos, hasta el desarrollo tecnológico y la implementación de la herramienta.
En América Latina y Caribe, la experiencia de la REAF/MERCOSUR ha posibilitado el desarrollo de un marco común que orienta acerca de los criterios mínimos para la caracterización del sector, lo que orientó el desarrollo de las herramientas de registros de países como Brasil y Uruguay, que han facilitado la adopción de políticas de crédito para el sector, así como vinculación de mecanismos de compras institucionales y otras estrategias que facilitan el acceso de la Agricultura Familiar a nuevos mercados.
Para seguir avanzando en el desarrollo de los Registros y en la implementación de políticas diferenciadas para la Agricultura Familiar se hace fundamental seguir fomentando y ampliando los espacios de diálogo y cooperación entre los países.
Como se indicó anteriormente, solo por medio del intercambio de experiencias y de la circulación de las buenas prácticas existentes es que se puede facilitar la adopción de nuevas herramientas y políticas que se conectan con la necesidad de la Agricultura Familiar y con el compromiso de la región por avanzar hacia el fortalecimiento del sector.
Aún quedan muchos desafíos pendientes para que podamos lograr una vida mejor para las personas de nuestra región.
Desde la FAO, tenemos la convicción de que la Agricultura Familiar requiere fortalecer su presencia en la agenda política, en la implementación de las políticas públicas, con presupuesto y acciones concretas, que trasciendan lo declarativo. Para esto, creemos que es por medio de la acción colectiva y la cooperación entre los países que lograremos avanzar en una agenda transformadora, que visibilice, reconozca y potencie los aportes de la Agricultura Familiar para lograr el desarrollo sostenible e inclusivo de nuestras sociedades, sin dejar a nadie atrás.