Víctor Pavón
Presidente del Centro de Estudios Sociales (CES). Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”: “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.
Luego de años de teorías y prácticas equivocadas que originaron y mantienen el subdesarrollo en los países, en el presente la explicación del atraso económico está en una teoría de política económica equivocada que privilegia al sector estatal en vez de la iniciativa individual y empresarial.
Si una teoría está mal concebida, porque parte de premisas equivocadas, pues todo lo que se realice desde ahí en adelante tenderá inexorablemente a ser dañina en su aplicación.
Esto ocurre cuando se apela a lo que se llama la demanda agregada mediante un gasto público sin correspondencia en sus fuentes de financiación que volviéndose deficitario, sus resultados terminan por ser muy diferentes a lo que inicialmente se creyó.
El incremento del gasto público sin correspondencia de recursos genuinos conlleva al aumento del déficit, así como del endeudamiento, situaciones acompañadas por la inflación. Este cóctel es peligroso. Y no sólo para la economía sino para el marco institucional de la democracia política, esto es; más Estado significa más presencia de leyes, regulaciones, burocracia, tributos y trámites que castigan la iniciativa individual como empresarial.
El resultado es el subdesarrollo. Felizmente, hay una solución para el problema que por tanto tiempo concitó el interés de los estudiosos de la economía y la política: el crecimiento económico se logra a través del libre mercado y el gobierno limitado.
El crecimiento del producto es, a su vez, una consecuencia de la rentabilidad y la seguridad del capital con la plena garantía de la propiedad privada. Esto que parece sólo una cuestión ideológica hoy es de sentido común corroborado por los hechos.
Al respecto, son ilustrativas las reformas aplicadas a comienzos de la década de los 80 del siglo pasado llevadas a cabo en países desarrollados como Estados Unidos e Inglaterra que luego se trasladaron a otros países.
Curvas como la de Phillips defendidas por Samuelson y Solow (ambos con el Nobel de Economía) quedaron desacreditadas por la realidad: No había necesidad de tener “cierta” inflación para bajar el desempleo.
El desempleo y la recesión junto con la inflación produjo la estanflación. El Estado de bienestar de la social democracia es un problema. Los gobiernos crecen sin control con beneficios y privilegios que desalientan el espíritu empresarial.
Los gobiernos al contar con los instrumentos legales para su decisiva participación en los mercados desvían recursos de tipo crowding out por el cual sobreviene la expulsión del sector privado por parte del sector estatal.
¿Es posible en Paraguay un crecimiento económico de más del 8 por ciento anual de manera sostenible? Por supuesto que sí. Y más allá de las explicaciones de carácter cultural e institucional que me llevaría más espacio para desarrollar, la realidad es nuestra población está dispuesta a enfrentar los desafíos de los cambios, siempre tomando en cuenta la necesidad de mejorar el capital humano.
Pero no nos subestimemos. Los paraguayos que van a Estados Unidos o a Europa llegan a tierras y culturas extrañas. Muchos provienen de familias carenciadas y hasta con poca preparación. Sin embargo, en un tiempo no muy largo cuentan con mejores condiciones de vida a base de disciplina, trabajo y dedicación, donde algunos ni tan siquiera tienen un fin de semana de descanso y remesan a nuestro país sumas de dinero a sus familias.
De ninguna manera es la cultura, la raza o cualquier otro pretexto para no intentar hacer un salto cuántico. No debemos esperar un milagro económico porque tal cosa no existe, sino que es el resultado del ahorro, el capital, la propiedad privada, bajos impuestos, mercado libre con un gobierno limitado dedicado a proteger en especial la seguridad.
Si oteamos la historia, veremos que otros países salieron de situaciones realmente calamitosas. Consiguieron el crecimiento sostenido de sus economías elevando los ingresos de la población concitando ese “milagro”. El subdesarrollo es causado por una errónea teoría política económica del estatismo empobrecedor.