Carlos A. Primo Braga
Profesor asociado, Fundação Dom Cabral y exdirector de Política Económica y Deuda del Banco Mundial.
La cuestión de las evaluaciones de las economías del Mercosur por parte de agencias de riesgo crediticio ha adquirido una nueva dimensión con la elección de Javier Milei en Argentina. En 2011, coedité con G. Vincelette un libro sobre crisis de deudas soberanas (Sovereign Debt and the Financial Crisis. Washington, DC: The World Bank). En el libro, cito a un personaje de Shakespeare en Hamlet (Polonio) que observa que “borrowing dulls the edge of husbandry” (pedir prestado embota el filo de la prudencia). Una traducción adaptada a la actualidad sería: “el endeudamiento excesivo desincentiva las políticas correctas”.
Los países del Mercosur tienen una historia marcada por varias crisis de deuda soberana. Argentina, sin embargo, se destaca. La crisis de 2001, que abarcó más de USD100 mil millones de deudas con el sector privado e instituciones oficiales bilaterales, fue la mayor morosidad observada hasta entonces. En este milenio, Argentina ha incurrido en morosidades en 2001, 2014 y 2020.
El “rating” (clasificación) es una evaluación independiente de la calidad de solvencia (creditworthiness) de un gobierno en cuanto a su capacidad para cumplir con sus compromisos financieros. Las tres principales agencias de calificación crediticia son: Fitch Ratings, Moody’s Investors Service y S&P Global Ratings. No sorprende, por lo tanto, que Argentina típicamente haya sido clasificada como un país con alto riesgo de incumplimiento por agencias de calificación de riesgo (por ejemplo, CC/Fitch).
En la actualidad, solo Uruguay está clasificado como un país con grado de inversión (BBB/Fitch) entre los países del Mercosur. La clasificación de grado de inversión se asocia frecuentemente con márgenes de rendimiento más bajos en los mercados internacionales; el diferencial de rendimiento de los bonos gubernamentales se calcula, por ejemplo, como la diferencia entre el rendimiento de estos bonos y el rendimiento de los bonos de EE. UU.
Tanto Brasil (BB/Fitch) como Paraguay (BB+/Fitch) tienen clasificaciones de grado especulativo. Paraguay se encuentra en una posición favorable en cuanto a la evaluación de su riesgo crediticio soberano debido a su bajo nivel de endeudamiento (40,9% del PIB) y una política fiscal prudente. El compromiso con las metas fiscales (por ejemplo, un déficit primario del 1,5% del PIB en 2024) será una variable clave en la evolución de las evaluaciones de riesgo de su crédito soberano. Es importante, sin embargo, reconocer que la calidad de las instituciones del país continúa recibiendo evaluaciones negativas con respecto a variables como la lucha contra la corrupción y la independencia del sector judicial.
Según Fitch Ratings, el costo total del servicio de la deuda pública alcanzará los USD 2 billones en 2023. Los cinco países con el mayor gasto en intereses ese año son: EE. UU. (USD 708 mil millones), India (USD 196 mil millones), China (USD 176 mil millones), Reino Unido (USD 138 mil millones) y Brasil (USD 125 mil millones). En el caso de Brasil, con una relación deuda/PIB elevada (88,1% según el FMI), la importancia de ajustes fiscales para controlar la deuda es fundamental.
Brasil perdió el grado de inversión en 2015 y la gran preocupación en este momento se refiere a la credibilidad de su “marco fiscal”. Entre los anuncios gubernamentales de una trayectoria de recuperación del equilibrio fiscal (déficit primario cero) ya en 2024 y las expectativas del sector financiero, hay una diferencia significativa, con un déficit primario del orden del 0,8% del PIB en 2024.
Finalmente, el caso de Argentina en medio de las propuestas radicales del gobierno (en particular, la dolarización de la economía) sugiere que la trayectoria hacia el grado de inversión será accidentada y de difícil implementación a corto plazo. La FDC, a través de programas como el PAEX, puede ayudar a las empresas en el Mercosur a comprender las oportunidades y desafíos para obtener el grado de inversión en sus economías.