La dinámica de inflación en nuestro vecino, Argentina, muestra que hace meses se vienen encontrando importantes similitudes con los períodos previos de hiperinflación registrados en su historia económica. Pero ¿podría volver a suceder?, y de suceder, ¿cómo afectará a Paraguay?
Es importante rememorar que Argentina ya pasó por tres momentos históricos de hiperinflación, en el año 1975, 1985 y 1989. Y dado que la inflación escaló fuertemente en los últimos tiempos, crece la preocupación de volver a transitar un proceso hiperinflacionario.
Tener una economía hiperinflacionaria significa que un país experimenta un aumento rápido y descontrolado de los precios de bienes y servicios, lo que lleva a una depreciación significativa y continua de su moneda nacional, en este caso el peso. La tasa de inflación alcanza niveles extremadamente altos, generalmente superiores al 50% mensual.
El analista financiero Stan Canova, explica que la política fiscal y monetaria de Argentina está llevando al país a un punto donde es casi insostenible mantener una empresa o hasta un empleo a flote.
“Argentina muestra hoy día demasiados impuestos, diferentes cotizaciones del dólar, una imparable volatilidad del Índice de Precios al Consumidor (IPC), pedir un crédito es muy costoso, francamente es un ambiente muy hostil para cualquier empresa. Argentina está casi en terapia intensiva, no existen indicios de realmente querer dar vuelta al timón del Banco Central de la República Argentina(BCRA) o la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP)”, especificó.
Argentina es uno de los más importantes compradores de Paraguay, los principales productos exportados desde Paraguay a Argentina son la soja, electricidad, manufacturas, autopartes, esto según muestra la balanza de pagos del Banco Central del Paraguay (BCP). Stan asegura que si Argentina no accede a más dólares por no tener de dónde hacerlo ya que el 90% o más está en negro, ellos pierden su competitividad como comprador.
“La AFIP, debería considerar aplicar la Curva de Laffer a su presión tributaria para hacer frente a la alta evasión y elusión existente y así buscar aumentar sus ingresos. Existen impuestos que ya rayan lo ridículo en la Argentina. El BCRA por su parte, debería liberar el dólar y bajar su Tasa de Política Monetaria (TPM) a niveles menores al 5%”, argumentó el analista.
A su vez, Enrique Duarte, titular de la Unión Industrial Paraguaya (UIP), brindó una presentación ante empresarios argentinos sobre las ventajas competitivas del país para radicar inversiones y fortalecer los negocios, invitándolos a forjar una unidad regional.
“Paraguay ofrece hoy condiciones circunstanciales que debemos aprovechar para sacar adelante al Mercosur y que la política tradicional no lo está pudiendo hacer. Nosotros del sector privado podemos ser los grandes agentes de ese cambio”, expresó a los empresarios argentinos.
Duarte hizo hincapié en que la intención de esta promoción de inversiones en Paraguay no se trata de instar a los argentinos a que abandonen puestos de trabajo, sino de coadyuvarse de manera conjunta para el futuro de la región ante la situación del vecino país.
Las áreas que se verían afectadas por una Argentina hiperinflacionaria en Paraguay se verían reflejadas en las exportaciones de nuestro país, el posible crecimiento del contrabando, la reducción del turismo de compra, ¿dónde se colocaría los productos que se envían a este mercado?
EFECTOS DE UNA HIPERINFLACIÓN
Evidentemente los efectos de una economía hiperinflacionaria son devastadores para cualquier país y su población. Pero intentemos realizar un comparativo, entre los sucesos que nos narra la historia y la actualidad:
Hay puntos clave que se vienen repitiendo, como la pérdida de poder adquisitivo, la hiperinflación redujo rápidamente el valor de la moneda Argentina, lo que significa que la gente necesita más dinero para comprar los mismos bienes y servicios. El pueblo ve una disminución significativa en su poder adquisitivo, lo que dificulta la satisfacción de necesidades básicas como alimentos, vivienda y atención médica.
La hiperinflación crea un entorno económico altamente inestable y genera incertidumbre en los negocios y la inversión. Las empresas tienen dificultades para establecer precios, planificar a largo plazo y obtener financiamiento. Esto puede llevar a la pérdida de empleos, el cierre de empresas y un aumento en la pobreza. Además, la desigualdad económica tiende a aumentar, ya que aquellos que tienen activos tangibles, como propiedades o bienes, pueden empeorar en cierta medida, mientras que la mayoría de la población sufre las consecuencias negativas.
A su vez, esta situación erosiona la confianza en la moneda nacional y en el sistema financiero en general. La gente tiende a perder la fe en la capacidad del gobierno para controlar la situación económica y puede recurrir a estrategias de protección, como la compra de bienes duraderos o la conversión de sus ahorros en moneda extranjera o activos más estables. Esto también puede empeorar la situación, ya que retira más dinero de la economía y profundiza la escasez de moneda nacional.
Esta etapa también disuade a los inversores extranjeros debido a la incertidumbre y el riesgo asociado con la volatilidad económica y las políticas monetarias ineficaces y eso evidentemente limita el crecimiento económico y puede llevar a cabo una disminución en la generación de empleo y desarrollo a largo plazo.
Hoy ellos dependen del dólar, las personas optan por utilizar monedas extranjeras más estables para llevar a cabo transacciones comerciales y eso crea una dolarización informal que incluso puede llevar a la adopción oficial de la moneda extranjera, lo que implica una pérdida de soberanía monetaria para el país afectado.
Revertir una hiperinflación requiere medidas drásticas, como políticas monetarias y fiscales sólidas, el valor de la moneda y la restauración de la confianza en el sistema financiero y en el gobierno.