Casi 5.000 personas en Paraguay han podido cumplir su sueño de ser empresarios en los últimos dos años. Esto se debe a un nuevo tipo de figura societaria que se constituye de manera rápida, flexible y con trámites más simples llamada Sociedad por Acciones Simplificadas (SAS).
El impacto de esta modalidad de creación de empresas ha variado de país a país. Por ejemplo, la SAS se ha convertido en el vehículo societario más popular en Colombia (vigente desde 2008) y Ecuador (implementado desde 2020), con un 98 % y 67 % del total de compañías creadas bajo esta figura, respectivamente. Asimismo, también han generado infinidad de empleos, y la administración pública ha podido recaudar considerables impuestos y contribuciones a la seguridad social a través de este tipo societario.
Por otro lado, en naciones como Perú y México, esta figura no ha tenido los mismos resultados y en países como Bolivia, la SAS ni siquiera consta en sus normativas.
Dicho esto, existen cinco factores clave que permiten que esta figura tenga éxito:
Un marco legal corporativo claro que cumpla como mínimo con todas las buenas prácticas de esta figura societaria, como la máxima libertad contractual; la unipersonalidad, y el uso opcional de intermediarios para constituir una sociedad, entre otras. Es indispensable tener un entendimiento claro de esta nueva figura societaria y sus características esenciales. Algunas de estas, como lo plantea La Ley Modelo sobre SAS de la Organización de Estados Americanos (OEA), se refieren a la situación de los accionistas, el monto de capital, los documentos de registro o al objeto de la empresa. Si bien la mayoría de las legislaciones SAS cumplen estas disposiciones existen diferencias. Por ejemplo, en Argentina se requiere un capital mínimo; o en el caso de Perú, no se permite la unipersonalidad.
Simplificación de los procedimientos para la creación, operación y disolución de la empresa y sistemas para el registro de la SAS. Por ejemplo, ofrecer la creación de empresas a través de medios tanto tradicionales como digitales. El objetivo es que la figura de SAS cumpla con su espíritu flexible y permita elaborar las reglamentaciones necesarias para ser eficientes. Asimismo, es necesario implementar sistemas electrónicos (en caso de que se permita su constitución por medios tradicionales y digitales), como es el caso de Ecuador.
Asegurar la interconectividad y buena comunicación entre las agencias gubernamentales y privadas que participan en el proceso de creación de una empresa. Para este efecto, es necesario mapear los procedimientos y la información que tiene cada institución pública y privada, medir su grado de digitalización y verificar el compromiso para compartir datos. Por ejemplo, en Paraguay se logró un acuerdo con una entidad financiera privada para facilitar a los emprendedores la apertura de una cuenta bancaria, a quienes deseen constituirse como EAS.
Difusión y capacitación sobre la SAS de manera constante. Un ejemplo de esa divulgación es la que ha implementado la Superintendencia de Compañías de Ecuador. En su campaña a través de tutoriales que difunde en sus cuentas en redes sociales explica los beneficios de las SAS, los trámites, requisitos, etc.
Garantizar la institucionalidad y la continuidad de políticas públicas. Las reformas legales de este tipo societario innovador y su implementación funcionan si se mantienen en el tiempo, más allá de las transiciones políticas, como ha sido el caso en Colombia que la SAS ha existido desde 2008.