Alexandra Cortese, MSc en Comunicación Corporativa y Reputación
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@alecortesem
La semana laboral de cuatro días, los días laborales de cinco horas, los años sabáticos, mejor hecho que perfecto… dolce far niente! Pero antes de comenzar a leer quiero pedirte algo: pensá en tres palabras, las primeras que pasen por tu cabeza ahora mismo. Anótalas si puedes. Mi desafío de hoy es que, si pensas como yo lo hacía hace un tiempo, puedas tener una nueva perspectiva sobre este tabú de que dedicar largas horas a algo es sinónimo de productividad y que el “menor esfuerzo” equivale a mediocridad.
Seamos sinceros. La ley del menor esfuerzo no tiene la mejor de las reputaciones. Hace unos días, investigando para escribir esta nota, encontré una con el título: La ley del menor esfuerzo: ¿somos los humanos vagos por naturaleza? destacando que “a menudo buscamos la opción más fácil, el camino de menor resistencia, el acceso directo al éxito. Llevado al contexto paraguayo, aquello que se haga “así nomás”.”
Tengo que expresar mi desacuerdo con la última frase. Si bien el principio del menor esfuerzo indica que las personas buscaremos naturalmente el camino de menor resistencia o esfuerzo, es cierto también que la complejidad de la vida moderna creó una falsa dicotomía. “Es casi natural pensar que las cosas triviales son fáciles y las importantes son difíciles” menciona Greg McKeown al inicio de su libro Effortless; por ello, ni nos pasa por la mente intentar buscar soluciones fáciles a problemas complejos. Lo importante, en nuestra mente, es igual a difícil y lo intrascendente equivale a fácil. Esta forma de pensar deriva en la búsqueda de respuestas sobrecomplejizadas que terminan por agotarnos, confundirnos o simplemente llevarse todo nuestro tiempo.
Hace unos días estuve en una charla donde se mencionaba que muchas grandes ideas se generaban a partir de una calma búsqueda y en contextos de tranquilidad en contacto con la naturaleza. ¿Demasiado fácil para ser verdad? Isaac Newton, Albert Einstein y otros genios cambiaron la historia de la humanidad en estos estados.
Por eso, yo creo que aplicar el menor esfuerzo no siempre es sinónimo de “peychante”, así como el mayor esfuerzo no es sinónimo de eficiencia o calidad. Una realidad es que, con tiempos limitados, con la atención puesta en demasiados temas y con estándares cada vez más altos, tenemos que dedicar a cada proceso la atención y el tiempo justo, ni más ni menos, y aceptar que pueden existir soluciones simples (o fáciles); que los trabajos pueden ser divertidos y que terminar algo rápido no siempre significa que se hizo “mal mal”.
“La verdad siempre se halla en la simplicidad y no en la multiplicidad y confusión de las cosas”. Isaac Newton.