La inteligencia artificial (IA) es hoy el nuevo y flamante juguete del sector tecnológico, que espera transformar sectores que manejan miles de millones de dólares, desde la venta al por menor hasta la salud. No obstante, la elaboración de cada nuevo chatbot necesita mucha energía eléctrica, lo que implica que la tecnología podría ser la causante de enormes cantidades de emisiones de carbono.
Microsoft Corp. (MSFT), Google de Alphabet Inc (GOOGL). y OpenAI, creador de ChatGPT, emplean sistemas de computación en la nube que emplean miles de chips alojados en servidores de gigantescos en centros de datos distribuidos por todo el mundo para adiestrar algoritmos de inteligencia artificial llamados modelos, que analizan información con el fin de facilitarles el “aprendizaje” de tareas.
Debido al gran éxito de ChatGPT, otras compañías se precipitan a sacar al mercado sus propios sistemas de inteligencia artificial y chatbots rivales, o a desarrollar nuevos productos que usen extensos modelos de inteligencia artificial para ofrecer funcionalidades a todo el mundo, desde los consumidores de Instacart a los internautas de Snap, o incluso a los directores de finanzas.
La inteligencia artificial utiliza más energía que otros tipos de informática, y el proceso de entrenamiento de un solo modelo puede requerir más energía eléctrica de la que emplean 100 familias estadounidenses durante un año.
No obstante, el desarrollo del sector es tan acelerado y la transparencia tan escasa que no se conoce con precisión el consumo total de energía eléctrica y la cantidad de emisiones de carbono que pueden atribuírsele. Además, las emisiones también podrían diferir considerablemente en función de la clase de central que proporcione esa electricidad: por ejemplo, un centro de datos alimentado por una central de carbón o gas natural generará muchas más emisiones de carbón que uno que funcione con energía solar o eólica.
Aunque los especialistas han inventariado las emisiones derivadas de la elaboración de un solo modelo y ciertas compañías han facilitado información sobre su consumo energético, no disponen de estimaciones globales sobre el volumen energético total que utiliza esta tecnología.
Una mayor transparencia también podría traer más escrutinio; la industria cripto podría proporcionar una historia de advertencia. Bitcoin (XBT) ha sido criticado por su enorme consumo de energía, utilizando tanto anualmente como Argentina, según el Índice de Consumo de Electricidad de Cambridge Bitcoin.
Ese apetito voraz por la electricidad llevó a China a prohibir la minería y a Nueva York a aprobar una moratoria de dos años sobre nuevos permisos para criptominería impulsada por combustibles fósiles.