Por: Karl Janz
Presidente de la Cámara de Comercio e Industria Paraguayo – Alemana (AHK) y CEO de Alpacasa.
Empiezan las clases y la reflexión de todos los años: ¿Cómo hacemos para levantar la vara de la educación en nuestro país? Estoy seguro que más de un empresario se ha encontrado con el desafío de atraer personas calificadas; por eso que, al hablar de educación, no me refiero solamente a los colegios, sino también a las universidades e incluso a las empresas. Siendo un tema tan complejo, me propuse observar acciones simples, pero de alto impacto y encontré una cuyos resultados vi y viví: exponernos a entornos distintos; en otras palabras, viajar.
A los 16 años tuve la oportunidad de viajar a Canadá y vivir ahí por un tiempo. Ese viaje no solamente fue memorable por las experiencias vividas sino cambió mi forma de pensar. En ese viaje pude ver cómo cosas que parecían imposibles, como vivir en un clima de -40 grados, eran posibles gracias al ingenio humano. Si comparamos ese desafío en concreto, el de construir un lugar apto para vivir con esas condiciones climáticas con los desafíos de nuestro ecosistema, podemos ver lo bendecidos que somos. Tenemos un país tan fértil y tan rico donde como se dice popularmente, se tira una semilla y un árbol crece. Sin embargo, esa inspiración y esa inquietud de hacer más y lograr más solo podemos sentir cuando vemos lo que se ha hecho afuera y no tratar de inventar la rueda, sino traerla.
Imaginen si los nuevos maestros tuvieran la oportunidad de hacer un intercambio y vivir la experiencia de visitar escuelas en países más desarrollados; si alumnos destacados pudieran viajar y traer buenas prácticas de otros países. Incluso si pudieran visitar lugares que lograron grandes avances aquí, como fue Atyrá con la limpieza. Este es un caso ejemplar donde una visión empujó a toda una comunidad a trabajar en la misma dirección, creando un efecto dominó que perduró por muchos años y transformó una ciudad. Ver que podemos vivir mejor inspira a trabajar por ello.
Estamos en el camino correcto, pero tenemos que pisar el acelerador. Programas como BECAL ya están permitiendo este intercambio de aprendizajes y cultura y sus frutos ya se están viendo en la calidad de profesionales que vuelven de las maestrías y doctorados; sin embargo, nos falta acelerar.
Necesitamos más maestros que enseñen valores y empujen al pensamiento crítico, necesitamos más jóvenes que desafíen los modelos establecidos y sin dudas necesitamos más personas con ganas de superarse y vivir mejor. Pero para lograrlo, tenemos que incorporar nuevas prácticas, porque locura es hacer siempre lo mismo esperando resultados distintos.