Gabriela Teasdale
Presidenta de la Fundación Transformación Paraguay
@gabrielateasdale
Leah Ashmore es una joven hermosa que decidió competir por un lugar en el concurso de Miss Universo. Es cierto que al entrar en la escena pública uno está expuesto a muchos comentarios, buenos y no tan buenos, pero ella especialmente sufrió mucho el bullying, las comparaciones, las críticas y la humillación que inunda las redes sociales. Desde que fue seleccionada como representante de Paraguay, la juzgaron mayormente desde la malicia y la crueldad, y es probable que eso le haya ocasionado mucho daño.
Existen muchos jóvenes anónimos sufriendo por lo mismo, por esos ataques que se generan desde un lugar donde las personas pueden decir prácticamente lo que quieren sin medir las consecuencias. Muchos chicos sufren silenciosamente porque su valor se define por la cantidad de seguidores que tienen, por los posteos, los likes, los comentarios, por pertenecer o no a ciertos grupos. Esto los lleva a sentirse diferentes, rechazados, aislados, cargando una mochila llena de complejos y tristezas.
También pienso en la explosión por la situación de Shakira y Piqué, dos personas públicas que han decidido mediatizar su ruptura destilando reproches y venganza. Y creo que deberían pensar en los dos niños que ambos decidieron traer al mundo porque nuestras acciones como adultos siempre repercuten en la vida de los más pequeños.
Y entonces me pregunto: ¿qué nos pasa? ¿No nos tiembla el pulso para defender a la familia como tal, pero olvidamos lo que verdaderamente sucede dentro de nuestras familias? ¿Estamos realmente comprometidos en fortalecer valores, en cuidar nuestras palabras, en tener conversaciones que sumen, que generen confianza? ¿Estamos acompañando a nuestros hijos desde el amor
o discutiendo con ellos todo el tiempo? ¿Cómo estamos como papás y mamás? ¿Nos respetamos, nos demostramos cariño, tenemos interacciones sanas? ¿Será que en casa tenemos como hábito burlarnos de nosotros mismos, criticarnos y criticar a otros? Capaz que nos estamos exigiendo más de la cuenta, que no estamos soñando juntos o apoyando los sueños de cada uno. ¿Somos la familia que queremos ver en el mundo?
Creo que antes de opinar, de dañar, de actuar incorrectamente desde el odio y la venganza, es preciso tomarnos unos minutos y preguntarnos: ¿esta es la clase de ser humano que quiero ser?
Muchas personas van por la vida diciendo y haciendo sin pensar, y van generando traumas que llevan a veces toda una vida para sanar. ¿Cuáles son los traumas o vacíos que la persona que daña tiene dentro suyo? Es importante limpiar nuestra casa interior para no salir a ensuciar la casa de los demás.
Es verdad que nunca vamos a tener control sobre la vida de otros, sus palabras o acciones, pero si tenemos control sobre nosotros mismos, podemos elegir qué pensar, qué decir y cómo actuar. Podemos todos los días invertir tiempo y energía en ese equipo que nos representa, que finalmente es nuestro legado: la familia. Asegurémonos de hacer ese trabajo de adentro hacia afuera. Porque si queremos un mundo mejor, la tarea debe empezar en casa.