Los datos del mes de diciembre terminan por confirmar que el 2022 ha sido el peor año para la industria aceitera nacional, ya que la caída en los volúmenes tanto de exportación como de procesamiento ha sido bastante significativa y no se da solamente como fruto de un hecho aislado de malas condiciones climáticas que afectan la disponibilidad de la materia prima (como se había dado por ejemplo en el 2012), sino que son el resultado de un contexto negativo para la industria que se arrastra hace ya varios años debido a los constantes cambios en las reglas que afectan a la competitividad del sector.
La expectativa para el año 2023 es que el clima ya no generará un impacto negativo tan fuerte en la producción agrícola, pero tampoco se llegaría a los niveles récord de producción a los que ha llegado el país en el pasado; igualmente y a pesar de que una parte importante de la cadena de valor de las oleaginosas podría empezar a recuperarse de lo ocurrido el año pasado, la industria aceitera nacional seguirá afrontando una situación delicada.
Es que el aumento esperado en la disponibilidad de materias primas para procesar es un factor positivo, pero no es suficiente por sí mismo, ya que la demanda de los productos agrícolas en estado natural que producimos tiene un alcance global; es decir, la producción local de oleaginosas y cereales es disputada por fábricas de todo el mundo y es en esa disputa donde Paraguay no cuenta con todas las herramientas necesarias para poder asegurarle a su industria aceitera las mejores condiciones para competir, ya que se deben superar desbalances que se generan en el comercio internacional.
“Desde la Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Cereales estamos convencidos de que Paraguay tiene un gran potencial para posicionarse como un proveedor de primera línea de alimentos y energía para todo el mundo, pero para que esto pueda ser una realidad debemos trabajar en crear el ambiente para que las industrias instaladas puedan ser cada día más competitivas a la par que atraemos más inversiones”, expresó Sandra Noguera, Gerente General de la CAPPRO.
En este sentido, afirman que el foco debe estar en construir políticas públicas que brinden estabilidad y permitan competir en igualdad de condiciones; contrarrestando las medidas de desincentivo que se aplican en el comercio internacional a los productos industrializados, de modo a aprovechar en el país los beneficios de agregar valor a las oleaginosas y cereales nacionales.