Tytus Cytowski (Harvard 2005), abogado con más de 15 años de experiencia con Startups y Venture Capital
Fabiana Morales (Harvard 2022), master en Derecho.
¿Cómo consiguen financiación las startups o empresas emergentes? La mayoría de los fundadores de startups, incluida América Latina, tienden a financiar sus propias empresas durante largos periodos de tiempo. Esto no está mal, sin embargo, un buen emprendedor sabe que necesita socios comerciales con conocimientos y dinero para hacer crecer un startup en tiempo récord (“hyper-growth”)
Si bien las ganancias que generan este tipo de inversión pueden ser exponenciales, los riesgos asociados también son significativos. Por ello, no todos se animan a invertir en estos emprendimientos.
Normalmente, la primera ayuda económica procede de fuentes informales de financiación. Cuando el emprendedor solo tiene una idea y quiere poner a prueba su concepto busca recaudar fondos de amigos, familiares y conocidos (esta ronda se conoce en inglés como “FFF”, que significa “Friends, Family, and Fools”). Los FFF no están interesados en un rendimiento financiero, sino que quieren apoyar al fundador. En esta fase, los FFF compran acciones ordinarias o proporcionan pagarés convertibles que se convierten en capital cuando llega el capital riesgo. No es aconsejable vender acciones a los miembros de la familia, ya que esto distorsiona los incentivos de propiedad del fundador. En esta fase hay muy pocas negociaciones entre las partes, por lo que los abogados no suelen intervenir.
Cuando el empresario demuestra que su idea tiene potencial de éxito, entran en escena los “ángeles inversores”.
Los inversores ángeles son personas familiarizadas con la creación de empresas tecnológicas, que además poseen exceso de capital y que tratan la inversión como una responsabilidad social. Los riesgos de invertir en esta fase son muy elevados, y las sumas aportadas por los inversores son las justas para que un empresario ponga a prueba su idea y su potencial de mercado hasta la siguiente fase. La mayoría de los ángeles inversores invierten con pagarés convertibles y/o SAFE. Un SAFE es un instrumento inventado por Silicon Valley para permitir a los inversores invertir en una gran cantidad de startups de acuerdo con la filosofía de “rociar y rezar”. Los ángeles latinoamericanos también están invirtiendo a través de este instrumento. Estos inversores buscan un retorno de 2-3x en un plazo de 2-3 años. Las negociaciones en esta fase se limitan a la cuestión de la valoración de la empresa y los términos y condiciones son bastante estándar. En esta fase, los inversores se fijan sobre todo en la calidad de los fundadores y en los primeros indicios de adecuación entre el producto y el mercado. Los abogados pueden intervenir en esta fase de forma limitada.
A medida que la empresa madura, entran en escena inversores más sofisticados, como las sociedades de capital riesgo (“Venture Capital” o “VC”). Una VC es una forma de capital privado que gestiona más de un fondo de inversión mancomunado, conocidos como Venture Capital Funds. A través de estos fondos, la VC asigna capital en una cartera de startups y pequeñas empresas con perspectivas potenciales de crecimiento a cambio de participaciones en la empresa. Por lo general, los VC toman entre el 5% y el 15% de un startup. Las VC esperan multiplicar por diez (como mínimo) el rendimiento de su inversión en un periodo de diez años. Las cantidades obtenidas de los fondos de VC pueden variar entre varios miles y varios millones. La fase de la inversión se describe como una serie, por ejemplo, una serie A, serie, B, etc. hasta el “exit” de la empresa.
El eje de las negociaciones para los VC gira en torno a maximizar la riqueza y maximizar el control sobre la empresa. Las negociaciones suelen girar en torno a cinco temas: 1) la valoración de la empresa, 2) las condiciones económicas de la inversión, 3) las condiciones de control sobre la empresa, 4) la (re)adquisición de derechos por parte de los fundadores y 5) el tamaño del paquete de acciones para los empleados. Las condiciones de control no suelen ser negociables para los VC, sin embargo, hay que tener en cuenta que estos no pretenden arrebatar a los fundadores el control de la empresa, sino apoyar y guiar a la empresa mediante mecanismos de control razonables.
En esta fase, los VC examinan diversos riesgos: el riesgo de los fundadores, el riesgo del producto, la tracción, el riesgo de la empresa, la competencia, la probabilidad de que la inversión crezca y genere un rendimiento mínimo de 10 veces la inversión, etc. Toda esta información suele abordarse en la presentación (deck en inglés) que los fundadores comparten con el VC. Los VC realizan en su revisión llamadas a clientes, comprueban las referencias de los fundadores, examinan la tecnología y preparan la tabla de capitalización propuesta. Una vez hecho esto, el VC prepara un “deal memo” que explica por qué la inversión tiene sentido y la asociación vota a favor de invertir (pueden buscar en Youtube Sequoia deal memo para ver cómo es un deal memo en la vida real).
Cuando un VC está listo para invertir, extiende una hoja de términos (“Term Sheet”) que describe los aspectos básicos de la inversión. En esta fase, los abogados se ocupan del due diligence y de redactar los documentos. Los abogados que intervienen en la financiación de VC no suelen ser abogados corporativos normales, sino especialistas en el trabajo con startups, emprendedores o tecnología. Cualquier inversión de VC posterior sigue más o menos la misma hoja de ruta establecida por el primer inversor de capital riesgo.
Un punto crucial para tener en cuenta es que invertir en un startup no es lo mismo que invertir en empresas normales. Tanto si contribuyes como amigo, familiar, inversor ángel o socio comanditario de un fondo de capital riesgo, con tu apoyo financiero permites a los fundadores probar, fracasar y reinventarse en el turbulento proceso de creación de un producto. Puede que quieras controlar o supervisar los esfuerzos de los fundadores, pero ten en cuenta que en este ecosistema se requiere mucha confianza, y una burocracia excesiva puede ser a menudo contraproducente al impedir que tengan lugar la creatividad y la innovación.




¿Cómo consiguen financiación las startups o empresas emergentes? La mayoría de los fundadores de startups, incluida América Latina, tienden a financiar sus propias empresas durante largos periodos de tiempo. Esto no está mal, sin embargo, un buen emprendedor sabe que necesita socios comerciales con conocimientos y dinero para hacer crecer un startup en tiempo récord (“hyper-growth”)
Si bien las ganancias que generan este tipo de inversión pueden ser exponenciales, los riesgos asociados también son significativos. Por ello, no todos se animan a invertir en estos emprendimientos.
Normalmente, la primera ayuda económica procede de fuentes informales de financiación. Cuando el emprendedor sólo tiene una idea y quiere poner a prueba su concepto busca recaudar fondos de amigos, familiares y conocidos (esta ronda se conoce en inglés como “FFF”, que significa “Friends, Family, and Fools”). Los FFF no están interesados en un rendimiento financiero, sino que quieren apoyar al fundador. En esta fase, los FFF compran acciones ordinarias o proporcionan pagarés convertibles que se convierten en capital cuando llega el capital riesgo. No es aconsejable vender acciones a los miembros de la familia, ya que esto distorsiona los incentivos de propiedad del fundador. En esta fase hay muy pocas negociaciones entre las partes, por lo que los abogados no suelen intervenir.
Cuando el empresario demuestra que su idea tiene potencial de éxito, entran en escena los “ángeles inversores”. Los inversores ángeles son personas familiarizadas con la creación de empresas tecnológicas, que además poseen exceso de capital y que tratan la inversión como una responsabilidad social. Los riesgos de invertir en esta fase son muy elevados, y las sumas aportadas por los inversores son las justas para que un empresario ponga a prueba su idea y su potencial de mercado hasta la siguiente fase. La mayoría de los ángeles inversores invierten con pagarés convertibles y/o SAFE. Un SAFE es un instrumento inventado por Silicon Valley para permitir a los inversores invertir en una gran cantidad de startups de acuerdo con la filosofía de “rociar y rezar”.
Los ángeles latinoamericanos también están invirtiendo a través de este instrumento. Estos inversores buscan un retorno de 2-3x en un plazo de 2-3 años. Las negociaciones en esta fase se limitan a la cuestión de la valoración de la empresa y los términos y condiciones son bastante estándar. En esta fase, los inversores se fijan sobre todo en la calidad de los fundadores y en los primeros indicios de adecuación entre el producto y el mercado. Los abogados pueden intervenir en esta fase de forma limitada.
A medida que la empresa madura, entran en escena inversores más sofisticados, como las sociedades de capital riesgo (“Venture Capital” o “VC”). Una VC es una forma de capital privado que gestiona más de un fondo de inversión mancomunado, conocidos como Venture Capital Funds. A través de estos fondos, la VC asigna capital en una cartera de startups y pequeñas empresas con perspectivas potenciales de crecimiento a cambio de participaciones en la empresa. Por lo general, los VC toman entre el 5% y el 15% de un startup. Las VC esperan multiplicar por diez (como mínimo) el rendimiento de su inversión en un periodo de diez años. Las cantidades obtenidas de los fondos de VC pueden variar entre varios miles y varios millones. La fase de la inversión se describe como una serie, por ejemplo, una serie A, serie, B, etc. hasta el “exit” de la empresa.
El eje de las negociaciones para los VC gira en torno a maximizar la riqueza y maximizar el control sobre la empresa. Las negociaciones suelen girar en torno a cinco temas: 1) la valoración de la empresa, 2) las condiciones económicas de la inversión, 3) las condiciones de control sobre la empresa, 4) la (re)adquisición de derechos por parte de los fundadores y 5) el tamaño del paquete de acciones para los empleados. Las condiciones de control no suelen ser negociables para los VC, sin embargo, hay que tener en cuenta que estos no pretenden arrebatar a los fundadores el control de la empresa, sino apoyar y guiar a la empresa mediante mecanismos de control razonables.
En esta fase, los VC examinan diversos riesgos: el riesgo de los fundadores, el riesgo del producto, la tracción, el riesgo de la empresa, la competencia, la probabilidad de que la inversión crezca y genere un rendimiento mínimo de 10 veces la inversión, etc. Toda esta información suele abordarse en la presentación (deck en inglés) que los fundadores comparten con el VC. Los VC realizan en su revisión llamadas a clientes, comprueban las referencias de los fundadores, examinan la tecnología y preparan la tabla de capitalización propuesta. Una vez hecho esto, el VC prepara un “deal memo” que explica por qué la inversión tiene sentido y la asociación vota a favor de invertir (pueden buscar en Youtube Sequoia deal memo para ver cómo es un deal memo en la vida real).
Cuando un VC está listo para invertir, extiende una hoja de términos (“Term Sheet”) que describe los aspectos básicos de la inversión. En esta fase, los abogados se ocupan del due diligence y de redactar los documentos. Los abogados que intervienen en la financiación de VC no suelen ser abogados corporativos normales, sino especialistas en el trabajo con startups, emprendedores o tecnología. Cualquier inversión de VC posterior sigue más o menos la misma hoja de ruta establecida por el primer inversor de capital riesgo.
Un punto crucial para tener en cuenta es que invertir en un startup no es lo mismo que invertir en empresas normales. Tanto si contribuyes como amigo, familiar, inversor ángel o socio comanditario de un fondo de capital riesgo, con tu apoyo financiero permites a los fundadores probar, fracasar y reinventarse en el turbulento proceso de creación de un producto. Puede que quieras controlar o supervisar los esfuerzos de los fundadores, pero ten en cuenta que en este ecosistema se requiere mucha confianza, y una burocracia excesiva puede ser a menudo contraproducente al impedir que tengan lugar la creatividad y la innovación.