Marcelo Codas Frontanilla
Socio del Estudio Codas
En este primer número de la revista del 2023 les deseo que tengan un año cargado de bendiciones y de realizaciones personales, familiares y empresariales. Igualmente, me permito sugerirles que en estos días de vacaciones se “olviden” un poco de la empresa y utilicen este tiempo para dedicarle a la familia. Será un tiempo por demás bien aprovechado.
Compartan con la familia y disfruten de cada uno de sus integrantes. El ambiente distendido de las vacaciones ayudará a que la conversación fluya con mayor facilidad. En fin, que estas vacaciones sean de la familia y no de la empresa.
Avanzando en el tema de esta entrega, les cuento que, hablando con un amigo, me comentó sobre un diálogo de la película “Amistad”, de Steven Spielberg, en la que se encuentra la frase que constituye el título de este artículo y me motivó a escribir el mismo.
Desde una mirada no jurídica, una visión de la empresa familiar es que esta es un regalo que recibimos de nuestros mayores, en calidad de administradores y no de dueños, con la obligación de, como mínimo, mantenerla e idealmente mejorarla, para pasarla luego a la siguiente generación.
Como se ve, los fundadores y las generaciones que preceden tienen una importancia trascendental en la vida de las empresas familiares. Los primeros porque fueron quienes le dieron vida y la mantuvieron y los siguientes porque permitieron su trascendencia en el tiempo.
Entre las mayores riquezas que tienen las empresas familiares, están los que nos precedieron, los fundadores y los que los siguieron, que permitieron llegar a lo que la empresa es hoy.
Muchas veces no tenemos en cuenta esta gran verdad y es muy conveniente que tengamos siempre presente que lo que somos hoy, como personas y como empresa, en gran parte le debemos a quienes estuvieron antes, abuelos, padres, tíos.
Un factor diferenciador de las empresas familiares con respecto a las que no lo son es que las primeras tienen alma, y esa alma es, justamente, la que construyeron nuestros abuelos, nuestros padres, que permanece siempre presente y que las nuevas generaciones deben continuar.
Es esa alma la que permite que las empresas familiares resistan mejor a las crisis, sean más resilientes. Un ejemplo palpable de esto se dio con la pandemia del covid-19 en que las empresas familiares trataron, en lo posible, de mantener a todos sus colaboradores.
Es esa alma la que hace que las empresas familiares no solo busquen generar beneficios económicos, sino que tengan mayor compromiso con la sociedad y con el medioambiente, trabajando en la generación del triple impacto de la compañía, lo que permite a la misma ser más sustentable.
Por ellos y por nosotros, tengamos siempre presente y hagamos honor a quienes nos precedieron porque nosotros somos ellos.