Gabriela Teasdale
Presidenta de la Fundación Transformación Paraguay
La vida es un viaje sinuoso. Hay momentos en los que atravesamos por etapas maravillosas que nos llenan de energía, equilibrio y satisfacción. Pero otras veces vivimos experiencias complicadas que terminan marcándonos. Fracasos, pérdidas, enfermedades, separaciones, problemas laborales. Esas situaciones generalmente nos provocan frustraciones, enojo, tristeza, ausencia de propósito y hasta depresión. Sentimos que la vida nos pesa y que nada tiene sentido.
Y lo cierto es que nadie nos asegura una vida perfecta, pero si hay algo que es seguro es que tenemos la posibilidad de elegir con qué actitud enfrentar todo aquello que nos genera angustia y nos duele.
Si elegimos caminar con una actitud pesimista o victimizarnos, nos será difícil salir del agujero negro. Tenemos que aprender a atravesar ese fuego que duele y vivir el proceso, entendiendo lo que sentimos, aprendiendo desde el amor y la compasión hacia nosotros mismos.
Una actitud optimista nos ayudará a encontrar nuevos hábitos, pensamientos que mejorarán nuestro humor, creencias y autoestima. Incluso nos empujará a movernos, haciendo actividad física que siempre resulta beneficiosa si existen trastornos relacionados con la ansiedad, fobias, ataques de pánico o estrés.
Es probable que nos sintamos más felices, más satisfechos con la vida y que mejoremos nuestra sensación de bienestar si estamos física y espiritualmente activos. Si nos damos la oportunidad de mirar a nuestro alrededor, veremos una inmensa cantidad de flores, una explosión de colores y belleza.
Estamos en medio de un jardín que nos regala un mensaje significativo, que a veces no escuchamos porque vivimos sumergidos en nuestros propios pensamientos que muchas veces nos controlan y nos impiden ver la escena completa.
Ese mensaje dice: todo va a estar bien, no olvides que siempre volvemos a florecer, vas a pasar por estaciones que probablemente no te agraden, pero finalmente llegará una primavera que te demostrará que la vida tiene sentido, que vale la pena volver a empezar. Confiemos, tengamos fe. A veces el peso se vuelve insoportable, pero no olvidemos que nuestras raíces están fuertes, intactas y tienen la capacidad de seguir dando buenos frutos, que se convierten en fuente de inspiración para otros.
Viajar hacia nuestro jardín interior siempre nos llevará a mirarnos desde el exterior. ¿Cómo me veo, qué mensaje estoy dando? Imaginémonos ser artistas de nuestra propia obra de arte. ¿Qué retrato, qué escultura se aprecia por fuera? Trabajar en esa obra maestra requiere de tiempo y de un proceso. Mientras lo hacemos, debemos mirarnos al espejo constantemente para medir los pasos dados. Quiero compartirles las seis preguntas que mi mentor Marshall Goldsmith elaboró para asegurarnos de estar observándonos y viviendo con propósito día a día.
Hice mi mejor esfuerzo para:
1. ¿Establecer metas?
2. ¿Progresar en mis metas?
3. ¿Ser feliz?
4. ¿Entender mi propósito?
5. ¿Construir relaciones positivas?
6. ¿Estar completamente presente y enfocado?
Hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para trabajar en nuestro bienestar mental, físico y emocional. ¡Para estar bien! Todos los que estamos conectados a través de este texto hemos vivido muchas cosas. Y si seguimos de pie es porque todavía tenemos qué dar. Serán muchas primaveras las que nos lleven a mirar atrás para luego decir: “No cambiaría nada, absolutamente todo me ayudó a crecer, madurar y convertirme en el ser humano que soy”.
Salgamos a agradecer, admiremos la naturaleza, la inmensidad del cielo y asegurémonos de tener un viaje ligero porque en nuestra mochila abunda el amor, la esperanza, la alegría, la compasión, la humildad, la fortaleza y una fe inquebrantable. Florecer siempre será nuestra mejor opción.