Los zeta son jóvenes que ven en el teletrabajo una oportunidad para cumplir con las obligaciones desde sitios que les entretengan con un horario enfocado a la conciliación.
“Puede que esta generación responda los correo con LOL y OMG, pero hay cosas importantes que están diciendo detrás de eso”. Es lo que defiende en una conferencia David Stillman, asesor estadounidense, a raíz de la consultora que montó hace menos de cinco años con su hijo de 20, Jonah, y a la que ambos llamaron Gen Gurú, no desde la ironía, sino porque ayudan a empresas a entender a los de una generación, la nacida a partir de 1995, que ha empezado a salir ahora de las universidades.
Según los Stillman, esta edición de empleados generará un shock en CEOs y compañeros de trabajo si no se valoran sus rasgos propios. Los describían padre e hijo en otro congreso: “Además de que su capacidad de atención se ha reducido a los ocho segundos, son individualistas. Preferirían compartir calcetines a una oficina”. Lo segundo explica lo primero.
Al parecer, los zeta ven en el teletrabajo ya no tanto por capricho como por un tema que han vivido en casa, de acuerdo a un reportaje que publicó el periódico The New York Times: “Muchos han visto a sus padres pasarlo mal con jefes muy poco flexibles y perder el empleo durante la crisis, así que ellos ya no quieren dedicar toda su vida al trabajo”. Tampoco someterse a asuntos que se la compliquen.
Para los nacidos en 1998, o en el 2000. No importa, todos los jóvenes de la Generación Z tienen varias cosas en común: no han conocido el mundo antes de internet, manejan la tecnología con una sencillez envidiable y son muy, muy impacientes. Tanto, que educarles puede llegar a ser un suplicio.
Por lo general, se puede considerar Generación Z a aquellas personas nacidas entre finales de los años 90 y el comienzo de 2010. En Estados Unidos, este grupo ya alcanza la cuarta parte de la población y sus hábitos de consumo y comportamiento les ha convertido en uno de los focos de estudio más interesantes para su estudio por parte de marcas y expertos de conducta.
Se trata de la primera generación considerada totalmente nativa digital. Como explica Marc Prensky en su libro Enseñar a los nativos digitales, los jóvenes pertenecientes a generaciones anteriores han necesitado una de una retórica filosófica y sociológica en su relación con la tecnología, algo que la generación Z no ha necesitado: el dinosaurio ya estaba allí.
Su forma de relacionarse con su entorno también cambia. Los expertos coinciden en que la multitarea dificulta la capacidad de atención y la interiorización de información. En una sociedad sobresaturada informativamente, la falta de concentración puede convertirse en un problema para su aprendizaje.
“Su tiempo de atención media es de unos siete u ocho segundos, cuando el de otras generaciones puede llegar hasta los 20-25″, revela Juan Manuel Alonso, profesor de Marca de Comillas. “Si en ese tiempo no hemos atrapado su atención, es muy posible que no la tengamos para cualquier otra cosa”.
Alonso explica que los docentes deben tener un manejo excelente de la tecnología, conocer las últimas herramientas y priorizar una enseñanza combinada más allá de lo visual y textual: “Tienen que hablar un lenguaje que ellos puedan entender sin perder la esencia de lo que es un docente. Un profesor no debe hablar en el idioma de la Generación Z –abreviaturas, iconos…–, pero si debe conocerlos”. “Tenemos que hacer más accesibles al alumno los conceptos complejos”, añade.
Este experto en marketing y gestión estratégica imparte programas en Comillas para permitir esa conversión de profesores que llevan más años dando clase para que puedan entender mejor a esta generación “como personas, como alumnos y como futuros trabajadores”.
Y es que, para unos jóvenes acostumbrados a encontrar todo en la red, uno de los mayores competidores de los docentes es internet.
“El docente universitario sigue siendo un experto en su materia que, además de dar el contenido teórico, es capaz de identificar los casos prácticos de mayor relevancia para la asignatura y dotar de una comunicación bidireccional que es prácticamente imposible de encontrar en esa unidireccionalidad de internet”, finalizó Alonso.