Gabriela Teasdale
Presidenta de la Fundación Transformación Paraguay
@gabrielateasdale
El cortisol es una hormona que se libera cuando sentimos estrés. Todos, en mayor o menor medida, sabemos cómo se siente el estrés, aunque los síntomas varían de persona a persona. Algunos sufren temblores o sienten el corazón acelerado, otros experimentan tensión muscular, dolores de cabeza o dolores de estómago. El estrés puede afectar
a casi todos los órganos y sistemas del cuerpo, y estos episodios en los que liberamos cortisol pueden ocurrir en situaciones extremas o no tanto, como el plazo de entrega en un trabajo, un atasco en el tráfico o un conflicto familiar. Como respuesta al estrés, el cerebro desencadena cortisol y otras hormonas para ayudarnos a reaccionar o hacer frente a un peligro o amenaza, y nos pone en un estado de alerta constante.
Hace unos días, una alumna de coaching me comentaba que sentía este tipo de reacción con una compañera de trabajo. El solo hecho de verla y escucharla le generaba un gran aumento de cortisol, ocasionándole migrañas y malhumor. A este tipo de personas solemos llamarlas “tóxicas” y es importante reconocerlas para poder gestionar mejor nuestras relaciones, nuestros pensamientos, cuidar nuestro entorno y, sobre todo, protegernos a nosotros mismos. Estamos rodeados de seres humanos que viajan con una mochila bastante pesada, que no pudieron aprender a gestionar sus experiencias dolorosas o traumáticas, que se pasan la vida frustradas, con mucha amargura, pesimismo, con mucho dolor interno.
Y todo eso lo proyectan fuera porque dan lo que tienen. Si no se dejan ayudar, si no pueden transformar eso que no está bien, es importante que nosotros sí pongamos un límite y, de esta manera, cuidemos nuestra propia energía, nuestra propia paz.
Una manera de ayudar a una persona con el cortisol alto es dándole un abrazo. Es algo que cuesta, porque, por ejemplo, no vas a entrar a la oficina de tu jefe que llegó con mucho estrés a decirle: “Vengo a darte un abrazo”. Capaz que puedas simplemente sonreírle, eso también funciona. La oxitocina es la hormona de los abrazos, todos los momentos en los que se segrega están ligados a los lazos humanos.
Cuando el nivel de oxitocina aumenta, disminuye el nivel de cortisol, bajan los niveles de estrés y esto conduce a una vida más positiva. ¿Cuándo fue la última vez que abrazaste a alguien y sentiste que por unos minutos todo mejoró en tu vida? Un abrazo sana heridas, habla de mil maneras, pero en silencio. Un abrazo te hace sentir protegido, valorado, amado. En momentos de dolor, de angustia, de estrés, abracémonos a nosotros mismos primero y también a todos los que nos rodean. Al observar con empatía y compasión, podemos fácilmente identificar si el otro necesita nuestro apoyo. Una sonrisa, una palmada en el hombro, un abrazo, es igual a “estoy contigo”, “te contengo”, “somos uno”.
¿Cómo crees que está hoy tu nivel de cortisol? ¿Qué acciones o estrategias tenés para lograr una salud mental, física y social? ¿Sentís que debes aumentar tu nivel de oxitocina contigo y los demás? Salí entonces a mirar la vida con paz, amor propio y esperanza, sabiendo que tenés el control de tu propia vida y que a partir de ahí podés inspirar a otros a lograr lo mismo. Abracémonos más, sonriamos más, disfrutemos más de la vida porque solo tenemos una sola oportunidad para hacerlo.