Carlos A. Primo Braga
Profesor Asociado de Fundación Don Cabral y exdirector de Política Económica y Deuda del Banco Mundial
La “revolución” digital está impactando significativamente al sector financiero. Las empresas financieras de tecnología son los nuevos actores. La tecnología blockchain y la “explosión” de las monedas digitales – como los bitcoins, por ejemplo – ilustran algunos de estos impactos. Como en otros episodios de transformaciones tecnológicas de gran alcance, esta “revolución” genera oportunidades y riesgos.
La tecnología Blockchain, por ejemplo, ofrece una solución innovadora para emitir monedas. En el caso de las monedas fiduciarias – las emitidas por gobiernos – la confianza pública está asociada a la reputación de los gobiernos y, en particular, de las autoridades monetarias. La confianza en las criptomonedas refleja la solución criptográfica asociada con la tecnología blockchain. Las transacciones de Bitcoin, por ejemplo, se registran de manera descentralizada y la cuenta del propietario se actualiza en millones de computadoras para que ningún individuo o institución pueda controlar el flujo de esta información.
Un artículo atribuido a Satoshi Nakamoto lanzó la era de las criptomonedas en 2008. Desde entonces, el mercado de las criptomonedas cuesta US $1 millón por criptomoneda en la actualidad.
La volatilidad de las criptomonedas dificulta su uso como unidad de cuenta y medio de intercambio, que son funciones tradicionales de una moneda. Los entusiastas, sin embargo, enfatizan la función de almacenamiento de valor, argumentando que las criptomonedas se pueden caracterizar como “oro digital”. Esta narrativa se basa en el límite técnico impuesto al suministro de bitcoins (21 millones de bitcoins después de los cuales no se pueden “extraer” bitcoins adicionales) que contrasta con el caso de las monedas fiduciarias que, en teoría, pueden ser creadas sin límite por las centrales bancarias.
En América Latina, una región con una rica historia de episodios inflacionarios, el atractivo de las criptomonedas es fuerte. Brasil y Argentina aparecen frecuentemente en la lista de países con mayor nivel de visitas a plataformas de mercado de criptomonedas. Paraguay, en virtud de su bajo costo de la electricidad, se posiciona como uno de los centros globales para la “minería” de criptomonedas, una actividad intensiva en computación y electricidad.
El Salvador, a su vez, fue el primer país de la región en adoptar bitcoins como moneda legal para las transacciones. Este es un experimento que aún está en pañales – la decisión oficial fue adoptada el 7 de septiembre de 2021 – y el gobierno espera que tal medida favorezca la inclusión financiera. Se creó una billetera electrónica (Chivo), que opera tanto en dólares estadounidenses como en bitcoins. Cada ciudadano elegible tiene acceso a una contribución de US$ 30 al descargar la aplicación para acceder a la billetera, una asignación financiada con una asignación presupuestaria de US$ 150 millones. A pesar de este incentivo, el acceso a las plataformas digitales sigue siendo un obstáculo para una parte de la población. Además, los costos potenciales en términos de estabilidad macroeconómica y financiera, el peligro de fraude y daños a los consumidores debido a la volatilidad de los bitcoins han estado generando críticas al experimento, incluso por parte del FMI.
Las incertidumbres sobre el futuro entorno regulatorio para las criptomonedas plantean preocupaciones adicionales. La única certeza es que en un mercado de esta magnitud – a septiembre de 2021, los criptoactivos superaron un valor global de US$ 2 billones – la intervención del gobierno es inevitable. Y varios bancos centrales están explorando proyectos piloto para monedas digitales garantizadas por el gobierno que aumentarán la competencia frente a las criptomonedas emitidas por el sector privado.
La competencia es otro concepto clave para evaluar el impacto de las tecnologías digitales en el sector financiero. En América Latina, las Fintechs están ayudando a diluir el poder de los oligopolios financieros tradicionales. En Brasil, NuBank – un banco sin sucursales físicas creado en 2013 – es hoy el banco digital más grande del mundo con más de 40 millones de clientes. dLocal, una fintech uruguaya establecida en 2016, se ha convertido en el primer “unicornio” del país con un valor de capitalización de más de US$ 10 mil millones, ofreciendo una plataforma para pagos internacionales. Y las empresas BigTech, como Mercado Libre de Argentina, pueden evaluar de manera más eficiente el riesgo crediticio de los prestatarios que los burós de crédito convencionales.
El potencial de las fintech en la democratización de los servicios financieros merece una atención especial. Sin embargo, es importante reconocer que la base básica de los sistemas financieros es la confianza y que esta base puede verse afectada si el sistema regulatorio no se adapta a la era digital.
En la Fundación Don Cabral, a través del Programa PAEX, ayudamos a líderes y organizaciones a prepararse para escenarios donde las tecnologías emergentes impactan los negocios y sus resultados al mirar más allá del sector financiero en la era digital.