El líder mundial de producción de drones, la empresa china DJI, creada en un dormitorio, tomó forma a principios de los 2000 en el dormitorio de Wang Tao, el actual director ejecutivo de la empresa, cuando era estudiante de la Universidad de Ciencias y de Tecnología de Hong Kong.
Esquivo con los medios, Wang Tao, originario del este de China, se hace llamar también Frank Wang.
Después de haber creado sus primeros prototipos en su habitación de estudiante, creó DJI en 2006 en Shenzhen, la metrópolis del sur llamada la “Silicon Valley china”.
Su despegue
DJI conoce un rápido crecimiento y se convierte en 2015 en el mayor fabricante mundial de drones para el público general.
Sus avances permiten democratizar los drones con usos muy variados (fotografía aérea, video, agricultura, operaciones de rescate, de seguridad pública...).
La parte de mercado de DJI está entre el 70 y el 80% en 2020, según varios analistas. Su volumen de negocio está cerca de los 3.000 millones de dólares.
El gabinete Hurun de Shanghái, especializado en la evaluación de la riqueza personal, estima la fortuna de Wang Tao en 48.000 millones de yuans (unos 7.500 millones de dólares).
Las sospechas de Estados Unidos
El creciente éxito de DJI comenzó a ser visto con malos ojos por Estados Unidos, que no tiene una empresa capaz de rivalizar con el grupo chino y teme también por la seguridad nacional.
Millones de estadounidenses usan drones de DJI, así como algunas agencias gubernamentales del país, para vigilar fauna o actividades militares.
Por lo que DJI podría potencialmente recopilar miles de datos sensibles en suelo estadounidense. Además, empresas de seguridad informática occidentales detectaron fallos de seguridad en las aplicaciones móviles de DJI.
La firma china desmintió cualquier intención malévola y llevó a cabo correcciones y actualizaciones.

Fuente: AFP
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