Karina Hugo
Especialista en Educación y Creadora de modelos pedagógicos
El aislamiento social preventivo y el confinamiento obligatorio durante la pandemia situó a la tecnología en un lugar clave; la misma se convirtió, en prácticamente la única forma, de continuar de algún modo, con las actividades imprescindibles de la vida humana. La más importante de todas: la comunicación.
Hoy, es momento de hacer análisis y balances, de sacar en limpio lo que hemos aprendido y lo que aún falta para sobrevivir como nación, al Covid-19. Y entre varios temas trascendentales, la educación es ineludible.
¿Qué aprendimos? ¿Hemos podido sobrellevar con éxito los desafíos educativos en pandemia? ¿Se puede hablar de logros en el aprendizaje tras la pandemia?, ¿qué ha cambiado?, ¿volveremos al enfoque tradicional?, ¿qué necesitarán los niños y jóvenes tras la vuelta a la presencialidad? ¿cómo recuperamos el tiempo perdido?
Estas y muchos otros cuestionamientos nos quedan como secuela del Covid 19 en la educación. Y si algo se ha hecho evidente es que necesitamos mejorar la oferta educativa en el país.
El formato de la educación a distancia, llegó para quedarse, pero debe contar con nuevos elementos para desarrollarse de manera eficaz. La enorme brecha digital que todavía existe en nuestra sociedad, debe ser encarada con una visión solucionadora. Sostener el vínculo, la enseñanza y el aprendizaje en contextos tan desiguales, sin el tiempo y el espacio de la escuela, implica nuevos desafíos.
Revalorizar y profundizar el rol de la escuela, para la formación continua de docentes, implica el desarrollo de habilidades digitales. A la vez del replanteo de estrategias didácticas, para dar respuestas a la nueva realidad, con el foco puesto en la post pandemia.
El compromiso debe estar puesto en repensar la formación docente y el modelo educativo, pero eso no implica transformarlo todo necesariamente, ni hacerlo de una sola vez. No volveremos a una escuela totalmente diferente, pero tampoco vamos a volver a la misma, ya que los cambios que ha traído la pandemia han conseguido acelerar el verdadero cambio necesario del paradigma.
Por ello, es importante trabajar en métodos de acompañamiento al docente, en el uso de nuevas tecnologías, sean estas multimedia, de telecomunicación o digitales.
¿Están los docentes preparados para recibir a los estudiantes luego de casi dos años de pandemia? ¿Y están los padres preparados a implicarse en la educación con una nueva actitud y un nuevo rol?
Los niños y jóvenes de la postpandemia necesitan ambientes educativos que los reciban con propuestas de innovación, con espacios de contingencia y juego que los inciten a la curiosidad y a la emoción, necesitan más que nunca socializar y realizar actividades de equipo, así como recibir una enseñanza que los desafíe a aprender desde una nueva manera de hacerlo. En cuanto a los padres, es momento de dejar atrás las exigencias y la presión a la que estamos acostumbrados a someter a los estudiantes para la mera completación de tareas de la escuela tradicional presencial. Es momento de entender que nuestros hijos e hijas están ávidos de aprender cosas nuevas e interesantes y que en nada los ayudamos exigiéndoles una nota, cuando esta no es el reflejo de un aprendizaje útil para su desempeño en la vida, sino tan solo producto, en el mejor de los casos, de la simple transmisión de conocimientos. La forma de aprender ha cambiado. Es hora de cambiar la forma de hacer educación.