Karina Hugo
Especialista en Educación y Creadora de modelos pedagógicos
La crisis educativa instalada con la pandemia, deja un balance positivo si tenemos en cuenta que lo único en que todos deberíamos ponernos de acuerdo es que nos ha permitido ver con claridad la realidad nacional en educación y estar concientes de que el único camino viable es la toma de decisiones asertivas, en miras a los años venideros.
Los meses finales del año 2021, constituyen un momento extraordinario para la evaluación de estos dos años y así determinar los resultados del aprendizaje.
Si miramos la crisis educativa como oportunidad el balance es positivo, si miramos los resultados que arroja lo que hemos llevado a cabo, el balance es negativo para toda la niñez y juventud de estudiantes paraguayos.
Con la pandemia, los sistemas educativos del mundo entero fueron puestos a prueba ante el desafío de tener que convertirse en sistemas más adaptables a la situación de incertidumbre de los escenarios educativos. Algunos pudieron resistir la crisis, pero la mayoría de los países a nivel mundial, hoy arrojan resultados de retroceso y secuelas en la adquisición de los aprendizajes en todos los ciclos y niveles. Tal es el caso de Holanda, que ha informado de un retroceso, al menos del 3% en el rendimiento de las áreas básicas del sistema, en todos los estratos.
Los responsables del devenir educativo nacional pertenecientes a los sectores gubernamentales, directivos, docentes e inclusive las familias y los estudiantes, se encuentran en el mejor momento para reflexionar en busca de una evaluación sincera y responsable, que lleve a soluciones de corto, mediano y largo plazo. Para ello, servirán de norte, las lecciones aprendidas por otros países y las experiencias que han planificado llevar a cabo para superar la crisis.
Entre todas ellas, un factor fundamental es la conectividad. El internet en hogares y aulas, ha llegado para quedarse. Si obviamos su uso, luego de la pandemia, estaremos dando un salto, pero para atrás, muy grande. Tanto docentes, como padres y estudiantes deben seguir en la carrera de formarse para convertirse en verdaderos ciudadanos digitales, al menos si lo que pretendemos es avanzar, acorde a los tiempos, y participar de un estilo de educación inclusivo y resultadista, que logre otorgar al país, ciudadanos útiles a su sociedad, una sociedad tecnológica y cada vez más cambiante en varios sentidos, no solo en el Paraguay, sino en el mundo entero.
Otro factor crucial, lo constituye el modelo pedagógico tradicional de enseñanza presencial que no se traslada a un entorno de aprendizaje a distancia y que debe actualizarse y cambiar. Independientemente del tipo de canal utilizado (radio, televisión, móvil, plataformas en línea, etc.), los profesores deben lograr adaptar sus prácticas y ser creativos para mantener a los estudiantes comprometidos y captar su atención.
Según informes del Banco Mundial, algunos países están apoyando a los profesores en este sentido. En Sierra Leona, donde el principal canal de aprendizaje a distancia es la radio, hay una línea telefónica “en directo” y gratuita para que los alumnos llamen a los profesores con preguntas, y en los horarios de las clases transmitidas por radio dejan tiempo para que los niños ayuden a sus familias con las tareas diarias.
Un tercer factor, hace relación, justamente, al rol del docente en la pandemia y lo que se vaticina tras ella; sobre ello el Banco Mundial, en su informe anual señala que en Brasil, según una encuesta realizada por el Instituto Península, el 83% de los profesores no se consideraba preparado para enseñar a distancia, el 67% tenía ansiedad, el 38% se sentía cansado y menos del 10% estaba contento o satisfecho. La pandemia ha puesto de manifiesto la necesidad de flexibilidad y de tener más tiempo para la interacción entre alumnos y profesores. Por ejemplo, en Estonia se dio a los profesores autonomía para ajustar el plan de estudios, las unidades didácticas y el tiempo asignado a cada actividad.
Existen muchos otros factores, pero como se ha señalado, el de mayor impacto ha sido el de las tecnologías en el necesario cambio de rol del docente.
Invertir en el desarrollo de habilidades, para este nuevo rol docente, será fundamental para empoderar a los profesores y ayudarles a lograr el diseño e implementación de un nuevo perfil. Ante esta meta, no puede perderse de vista proporcionarles apoyo socio-emocional, ya que los mismos seguirán estando bajo la presión de urgentes e inminentes cambios, en el mejor de los casos, siempre y cuando el objetivo sea mejorar el sistema educativo nacional. Es sabido, que durante la pandemia, los cierres prolongados de las escuelas han cambiado el papel de los profesores y la mayoría de ellos no estaban preparados para ese cambio; hoy todos estamos conscientes de que se necesita una estrategia nacional de seguimiento socioemocional y apoyo psicosocial para garantizar el bienestar de los docentes y evitar su agotamiento.
Soluciones parche, hemos experimentado a montones en estos dos años, cada una de ellas en un intento de salvar situaciones inmediatas; con repositorios de donde los docentes aún se nutren con pdfs y ejercitarios que reenvían a sus estudiantes, evaluaciones estandarizadas para miles de niños y jóvenes, videos preconcebidos muchas veces sin considerar el ambiente diferenciado y la individualidad, comunicaciones continuas por Whatsapp, clases virtuales e clases híbridas por fuera del rango recomendado de horas y totalmente desfasadas de algún modelo de educación a distancia probadamente válido, envío físico de hojas de ejercicios u otros materiales y muchos otros recursos que deberíamos analizar en cuanto a su efectividad en la adquisición de aprendizajes significativos, sin desmeritar los grandes esfuerzos, de muchas personas que de alguna manera han pensando en contribuir a que el sistema no colapse y que al menos podamos mantener a los estudiantes matriculados.
Sin embargo, se nos termina el tiempo de las soluciones del momento, la realidad es patente. Los altos niveles de deserción escolar, la desmatriculación y sobre todo el pulular en el aire, en cada hogar de los estudiantes paraguayos, del “sabor a poco o casi nada” en dos años perdidos para el aprendizaje. Ante esta realidad, el futuro, a la vuelta de la esquina, no es alentador para la república. Debemos reaccionar para que la propuesta educativa del 2022, palíe los déficits arrastrados en estos años, reformule el camino de la educación y plantee acciones eficientes para que en un corto plazo, la pandemia, sea una guerra ganada y una oportunidad para dar el golpe de timón tan necesario para la educación paraguaya.