La economía paraguaya es altamente dependiente de la producción agrícola, en especial de la soja, por tanto, todo aquello que represente un riesgo para este cultivo es un asunto prioritario para el país. La Universidad San Carlos, a través de su Clínica Vegetal, se ha convertido en la aliada de los productores que buscan conocer la condición fitosanitaria de sus plantaciones.
Las enfermedades de los cultivos no son nuevas, tienen larga data y se han manifestado con distintas intensidades, provocando grandes pérdidas de cosecha, migraciones, hambrunas hasta cambios de costumbres. Por ejemplo, esto se vio entre 1845 y 1846, cuando los cultivos de papa de toda Irlanda fueron devastados por el pseudohongo Phytophtohra infestans, hambruna que segó la vida de un millón de irlandeses y que obligó a otro medio millón a migrar hacia América. O cuando los ingleses reemplazaron el café por el té, debido a que sus plantaciones fueron perjudicadas por el hongo Hemileia vastatrix, causante de la roya.
En Paraguay, la agricultura es uno de los pilares más importantes de la economía ya que aporta más del 30% al PIB y representa el 40% de las exportaciones. Es sabido que dependemos de diversos cultivos, como el de la soja, el trigo, el maíz y también de las hortalizas. Por tanto, se ha vuelto imperiosa la necesidad de cuidar de esta enorme producción que, si nos ponemos a pensar, siempre estuvo expuesta a agentes patógenos como bacterias, hongos, virus, nematodos, entre otros contaminantes.
Pero esta realidad no solo aqueja a los cultivos intensivos y extensivos. A diario nos encontramos con una diversidad de sintomatologías que pasan desapercibidas ante nuestra mirada. Es así como unas manchas amarronadas, puntos oscuros, polvo blanco o de color amarillo, pueden ser las primeras señales de enfermedad ya sea en una planta de limón, en un rosal o en una palmera con los que nos cruzamos en algún jardín o en el patio de la casa. Y es que nuestras plantas están rodeadas de potenciales enfermedades y la mayoría de las veces no dimensionamos lo perjudiciales que podrían ser.
Firme en su propósito de servir a la sociedad y de convertirse en una aliada para el desarrollo de la economía del Paraguay, la Universidad San Carlos viene trabajando desde hace unos años en la primera Clínica Vegetal del país, a través de la cual realiza una serie de procesos y análisis para que los productores accedan a diagnósticos certeros que les permitan tomar las mejores decisiones ya sea para manejar la enfermedad de sus plantas o para expandir su producción.
Desconocimiento y grandes pérdidas. La roya asiática de la soja (RAS), causada por Phakopsora pachyrhizi, es la principal enfermedad del cultivo de soja en el mundo. En nuestro país, el control de esta se hace por medio de la aplicación de fungicidas en sitios específicos (sistémicos) y multisitios (protectores) que los propios productores las llevan a cabo, y que, en muchos casos, son inoportunas, imprecisas e incluso hasta excesivas, con lo cual provocan la pérdida de sensibilidad del patógeno a fungicidas.
Al tener fungicidas menos efectivos en el control de la RAS, los productores se ven en la necesidad de aumentar el número de aplicaciones o de ingredientes activos haciendo que las plantas se vuelvan más resistentes a los preparados. En este sentido, la Clínica Vegetal de la casa de estudios juega un papel fundamental, puesto que con sus conocimientos y los análisis que realiza posibilita tratamientos a las plantas que presenten patología antes de que se expanda por todo el cultivo, ocasionando daños irreparables para la cosecha.
Se destaca que el rubro de la soja fue uno de los principales sostenes de la economía del país en el 2020.FOTO:ARCHIVO
Solo para dimensionar los costos y pérdidas que podrían darse en el sector, el Ing. Agr. M. Sc. Guillermo Enciso, vicedirector de la Clínica Vegetal, señaló que en promedio el precio de una aplicación del fungicida para el control de la RAS alcanza los 32,5 USD por hectárea. Considerando un promedio de tres aplicaciones por ciclo en los 3,5 millones de hectáreas que se siembran en Paraguay -según datos publicados por la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas al año 2020-, el control de la RAS alcanzaría un valor monetario muy elevado en dólares a nivel país.
La Clínica Vegetal es parte del complejo de Laboratorios de la Universidad San Carlos y es una aliada del productor. De allí que para brindar soluciones a las distintas patologías cuenta con un laboratorio equipado con tecnología de vanguardia y con profesionales de respetada trayectoria, dirigidos por el Dr. Horacio López Nicora y por el Ing. Agr. M. Sc. Guillermo Enciso. Además, dentro del equipo se encuentra la Ing. Agr. Gabriela Caballero Mairesse, fitopatóloga y encargada de realizar gran parte de los ensayos y análisis. Ellos son quienes se encargan de identificar los agentes causantes de enfermedades de plantas mediante un diagnóstico certero con el que ofrecen a los agricultores una solución rápida al problema evitando que, en muchos casos, se echen a perder los cultivos.
El Ing. Agr. M. Sc. Guillermo Enciso, vicedirector de la Clínica Vegetal, junto a la Ing. Agr. Gabriela Caballero observando una de las muestra. Foto: Eduardo Velázquez
La Clínica Vegetal ha liderado el Proyecto PIRT 19-2 “Distribución y abundancia de nematodos fitoparásitos de importancia socioeconómica en las principales zonas de producción agrícola del Paraguay”, cofinanciado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) y el Fondo para la Excelencia de la Educación y la Investigación. En el marco de este proyecto se ha realizado la Primera Conferencia de Fitopatología del Paraguay con renombrados ponentes internacionales y nacionales quienes presentaron resultados de exhaustivas investigaciones de forma oral y en la modalidad de póster, así también se ha generado un libro con resúmenes de investigaciones de dicha conferencia, los cuales están disponibles como material de consulta en la página eventos.usc.edu.py. “Próximamente la Clínica Vegetal, junto a sus colaboradores, estará lanzando un Manual de Nematología Agrícola de acceso libre y gratuito”, anticipó Guillermo.
Hasta el momento, la clínica ha atendido más de 500 casos que provienen de propietarios de fincas de distintos puntos del país. Algunas muestras llegan solo para revisión, otras para evaluaciones sencillas en tanto que otro porcentaje requiere de procesos más complejos. En cuanto al precio de los estudios que realizan, Guillermo mencionó que un diagnóstico simple cuesta G. 60.000, pero que dependiendo de la complejidad puede ir hasta los G. 600.000.
“Hacer un diagnóstico simple conlleva 1 o 2 horas, sin embargo, hay otros que requieren de más tiempo ya que se debe cultivar el patógeno en medios especiales y esperar a que crezca. Una vez que eso ocurre se logra identificarlo, caso contrario se tendría que hacer otra prueba de patogenicidad, es decir, enfermar a una planta para ver si realmente es el causante o no de tal afección. Esto se hace en condiciones in vitro y no en el campo”, explicó el profesional.
Más investigación. Comprometidos con su misión de seguir innovando e investigando, los directores de esta Clínica Vegetal apuntan a concretar alianzas con empresas privadas, asociaciones de productores y otras instituciones de carácter público y privado con el objetivo de estudiar las enfermedades que ocurren en el sector hortícola del departamento Central y en otras zonas de producción de hortalizas en el país.
Por otra parte, Guillermo adelantó que están buscando detectar nuevas enfermedades en cultivos extensivos para lo cual deberán realizar pruebas de sensibilidad a patógenos con las que determinarán las causas de la resistencia que presentan muchas de las variedades de la soja.
“Hay patógenos que pueden contagiar a todo un cultivo a través del viento o la lluvia. La más conocida en Paraguay, como mencionaba anteriormente, es la Roya Asiática de la soja que cada tanto aparece con una intensidad alta haciendo que se apliquen muchos fungicidas para el control cuando que su aplicación debería ser la última opción”, puntualizó el profesional.