Aníbal Domaniczky
Redactor – Prana
En una charla con amigos de diferentes rubros surgió el tema de la publicidad y se abordó el mismo desde diferentes ángulos sin que falte aquel que ve a la publicidad como casi un anticristo, que manipula los cerebros y las emociones de la gente para convertirlos en zombis que obedecen a los deseos comerciales de las marcas.
En mi defensa (digo mía, porque era el único del rubro en esa mesa) cité algunos ejemplos en los que la publicidad se convierte en una herramienta importantísima para llevar banderas de y para la gente y la sociedad toda: las campañas de bien público.
Cuando apenas hablé de cuatro o cinco de ellas, la conversación dio un giro positivo hacia nuestra actividad, la cual se había convertido en pocos minutos en una buena persona.
El mismo poderoso efecto tienen estas campañas en las marcas y no solo a nivel del público externo, sino que son verdaderas motivadoras de su público interno, el cual encuentra en su empresa, mediante su participación activa en ellas, una causa superior a la del intercambio comercial, lo que se traduce en un equipo motivado y feliz de pertenecer a ella.
Las campañas de bien público no deben entenderse pues como solo una parte del programa de RSE de una empresa que hay que cumplir comunicando, sino como una verdadera oportunidad para dar un sentido humano, trascendente y por lo tanto superior a la actividad cotidiana de los colaboradores. Para ello es de suma importancia que la agencia como aliada de las empresas contemple en cada campaña la participación activa de los colaboradores en sus propuestas.
También es importante tener ciertas consideraciones, siendo la primera de ella evitar en el diseño de la misma proponer condicionales, por ejemplo: si vendemos xx donaremos xxx. Una fácil manera de echarlo a perder todo. Una campaña que llegue tiene que dar y los colaboradores tienen que sentir que son parte de ese dar y no sentir que solo están comerciando.
Otra consideración de suma importancia para comprometer a los colaboradores es hacerlos sentir la problemática en la que se intenta ayudar o cambiar, por ejemplo, si la campaña nace para ayudar a un hogar de ancianos es deseable alguna visita al mismo compartiendo su tiempo con esas personas o por lo menos un audiovisual que permita no solo conocer lo que ocurre, sino que logre hacer sentir empatía hacia la gente que necesita una mano.
No menos importante es prever en cada campaña objetivos realizables y un objetivo intangible. Muchas veces podemos poner la vara muy alta y esto se convierte en una peligrosa decepción si las metas no se cumplen, por ejemplo, nos proponemos reforestar todo el país y a pesar de nuestros esfuerzos no lo logramos. Entonces sería mejor la propuesta de reforestar una cierta cantidad de hectáreas y no solo eso, sino que también sembrar conciencia como objetivo intangible. Todo esto es lograble, por lo que las posibilidades de éxito y de un equipo contento y realizado son mayores.
Finalmente, uno de los puntos más positivos de incluir la participación del equipo de colaboradores en las campañas de bien público es el valioso aporte que ellos podrán hacer como embajadores de esta, hacia el público externo. Cada día se hace más difícil hacer que una campaña “prenda” ante el aluvión de información que recibimos, en ese sentido el equipo de colaboradores puede ser fundamental para dar arranque a la campaña, más aún si este es numeroso, pero por, sobre todo, si el espíritu de la misma se ha impregnado en ellos y los motiva (mueve) para comenzar por casa un trabajo que se extenderá extramuros.
Por todo lo expuesto, si tomamos en cuenta todas estas consideraciones, podremos llevar más allá nuestra campaña de bien público, que no solo tendrá impacto positivo en nuestras marcas, sino sobre todo en nuestro equipo, porque al final, detrás de las marcas están las personas y creo que eso es lo más importante.