Karina Hugo
Especialista en Educación y Creadora de modelos pedagógicos.
La pandemia del Covid-19, obligó a 194 países del mundo a cerrar sus colegios, escuelas y universidades. Este hecho afectó sensiblemente a la educación mundial. En el Paraguay, debido a la disminución de los contagios y al inicio de la vacunación de la población, en algunos casos con esquemas completos en el sector docente y en otros aún no, hemos adoptado las instrucciones de la vuelta a clases, con algunas restricciones, a nivel nacional.
Si bien en otros momentos de la pandemia, hemos ensayado los protocolos de higiene y de distanciamiento social, implementado las burbujas y el sistema híbrido; las familias paraguayas, los estudiantes y los docentes, aún tienen dudas sobre la seguridad del retorno.
Según datos de la UNESCO, que realizó un seguimiento del cierre de las escuelas, hoy todavía hay países con cierres totales o parciales de sus establecimientos educativos, lo que afecta al 63% de los estudiantes del mundo. Hay pocos países que abrieron sus escuelas: Austria, Australia, Francia, Japón y Noruega, entre otros. Sí hay varios que están comenzando a abrir sus escuelas de manera gradual y sólo en algunas regiones, como sucede en Bélgica, Camerún, China, España, Holanda o Sudáfrica. Si se exceptúa a Nicaragua, que nunca cerró sus escuelas, Uruguay fue el primer país de la región en reabrir sus centros escolares
En un recuento de las distintas medidas que tomaron los países que ya retomaron las clases presenciales, muchas de ellas siguiendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). ¿Cuáles son las distintas estrategias y protocolos que no debemos dejar pasar?
A las ya conocidas medidas de distanciamiento social, medidas de higiene y toma de temperatura, debemos sumar otras acciones muy importantes, entre ellas, tal vez la más importante de todas: la comunicación extramuros. Es decir, fortalecer las estrategias de comunicación-acción con los padres y toda la comunidad educativa, ya que la gestión de la provisión de las necesidades escolares, muchas de ellas, las que el Estado no llega a cubrir en su totalidad, tales como limpieza, salubridad, elementos de bioseguridad, conectividad, materiales pedagógicos, etc.; constituye en realidad el gran desafío para el éxito y sostenimiento de la vuelta a clases.
Es imposible seguir con la educación a distancia, en un país como el Paraguay, el modelo no ha funcionado y el prolongado cierre de las escuelas aumenta las desigualdades educativas en nuestro país, en primer lugar, porque los estudiantes paraguayos en un alto porcentaje no tienen acceso a una computadora en sus hogares, por lo que hay un gran número de niños y jóvenes que no pueden acceder a las plataformas digitales de aprendizaje, según detalló un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). En segundo lugar, la gran mayoría de los padres paraguayos no cuentan con las habilidades digitales para poder asistir a sus hijos en la casa, especialmente a los niños más pequeños.
La vuelta a clases debe garantizar que otras necesidades, que no son estrictamente educativas, puedan ser cubiertas, indefectiblemente por el Estado paraguayo en cada escuela del país. Tales como las necesidades de alimento y de contención emocional. No debemos olvidar que la escuela no solo cumple una función formativa, para muchos niños y jóvenes paraguayos, la escuela ha sido siempre un lugar de cuidado, alimento y protección. Un espacio de inclusión, que con la pandemia se ha visto relegado.
“Nivelar” los saberes de los niños y jóvenes en su retorno a las aulas es muy importe, tanto como crear y satisfacer las demás necesidades más urgentes aún. Saber lo que los chicos necesitan, a su vuelta a clases, es un trabajo que debe hacerse niño a niño, joven a joven, región por región. La hoja de ruta de un “plan maestro” debe partir de la realidad sociocultural de cada zona y sobre todo, debe estar ricamente dotado de recursos pedagógicos destinados a ganar la batalla del tiempo perdido por la educación paraguaya.