Karina Hugo
Especialista en Educación y Creadora de modelos pedagógicos.
Ningún proceso educativo, puede ser de éxito sin haber tenido en cuenta al destinatario, sus inquietudes y las que él considera sus necesidades. La pandemia ha puesto foco, en muchas deficiencias de nuestro sistema educativo y es sabido también que las ha acentuado, exacerbando las desigualdades ya existentes. Por ello, más que nunca es momento de poner foco en el docente, el destinatario principal de las capacitaciones, que en el contexto de la pandemia se han vuelto urgentes. El docente es artífice de la educación del Paraguay, por lo cual su capacitación, no es un tema menor en la agenda educativa de nuestro país.
Según una encuesta realizada por la UNESCO, UNICEF y el Banco Mundial, sólo la mitad de los países encuestados dieron a sus docentes capacitación adicional sobre educación a distancia. Por otro lado, menos de una tercera parte ofrecieron apoyo psicológico para lidiar con la situación actual, congruente y sostenido.
Sin embargo, es loable destacar, que a pesar de la situación de pobreza, muchos países tercermundistas, han tomado acciones serias y sostenidas, durante la pandemia para capacitar a los docentes, acompañándolos y otorgándoles herramientas del conocimiento urgentes y necesarias en este contexto de urgencia educativa. Por ejemplo, en Zambia, los maestros son capacitados por medio de videos enviados por WhatsApp, conferencias telefónicas y apoyo en pares. En Camboya reciben entrenamiento por teléfono o por internet. En Ruanda, el desarrollo profesional continuo es por medio de videos pregrabados o en línea.
En otro estudio donde también participó la UNESCO, se muestra que el 81% de los maestros de primaria y el 78% de los docentes de secundaria a nivel mundial apenas cumplen con los requisitos para desempeñar sus funciones, demostrando que muchos no están preparados para abordar los problemas a los que se enfrentan. Este podría ser el caso de nuestro país, el Paraguay que forma parte de Latinoamérica, donde todavía es más preocupante la situación, ya que el 83% de los maestros de primaria y 84% de los maestros de secundaria no cuenta con las herramientas ni del conocimiento, ni de la tecnología, necesarios para enfrentar los retos que ha traído la pandemia.
La poca o nula capacitación que recibieron los maestros paraguayos, durante la pandemia, hace que la mayoría de ellos sigan replicando en línea lo mismo que hacían en una clase presencial, sin tomar en cuenta que la enseñanza en línea requiere un enfoque diferente.
Sin embargo, no se trata de llevar la misma clase presencial al entorno virtual, en este nuevo contexto de educación a distancia con clases híbridas, se requiere otro tipo de habilidades por parte del maestro y también la implementación de otro tipo de conocimientos, lo cual implicaría repensar los tiempos de clase tanto en las burbujas como en línea, repensar el tipo de actividades a realizar y el tipo de evaluación a administrar. El maestro tiene que saber que la estructura tradicional de una escuela no se puede replicar no solo en el formato híbrido, sino más bien en estos tiempos en que la manera de aprender de los estudiantes ya ha venido cambiando.
No adaptar y hasta inclusive no cambiar la manera de impartir aprendizajes, significaría ignorar una serie de preocupaciones de equidad en torno al acceso a la educación.
Para que el docente tenga éxito enseñando en la nueva normalidad, debe desarrollar habilidades de creación de contenidos, saber cómo crearlos, adaptarlos en tiempo y forma a sus estudiantes para conseguir ofrecer clases atractivas que logren el objetivo principal, que es el aprendizaje.
La formación docente en Paraguay, necesita conseguir la empatía suficiente para lograr resultados que se vuelquen en la práctica pedagógica de los maestros.
Para ello, no es posible obviar lo principal, es decir al docente, sus necesidades y sus inquietudes; indagar, por ejemplo, cómo han hecho para adaptarse a la pandemia, con todas sus aristas. Sin un estudio preliminar se estarían impartiendo capacitaciones sin propósito ni punto de partida realista tendiente a un resultado inútil a la educación en crisis.
Conocer de primera mano, con los protagonistas, las necesidades, recabar datos relevantes sobre las prácticas pedagógicas llevadas actualmente a cabo por los docentes, relevaría un panorama acertado para iniciar el salvataje del año, ya que las realidades entre el sector privado y el público, son por mucho, muy distintas, por lo tanto, las necesidades formativas, también lo son.
Por otro lado, es necesario también, la sensibilización del currículum hacia contenidos urgentes en el contexto pandémico y no solo centrarlos en matemáticas y comunicación, dejando de lado muchas otras áreas importantes.
Lo que indudablemente es claro, para todos es que es urgente realizar cambios en la formación docente, sobre las metodologías de enseñanza presencial, híbrida y online; y el uso de las tecnologías para pasar de una enseñanza presencial a online, para aquellos que cuentan con suficiente conectividad.
Por lo tanto, los paraguayos tenemos un primer gran reto en educación, antes de querer iniciar un nuevo camino que arroje resultados: saber desde la mirada del docente, dónde estamos parados y qué hemos hecho bien, qué estamos haciendo mal, para encarar una capacitación útil al objetivo final. Saber si la capacitación, el método de aprendizaje, la infraestructura tecnológica y la adaptación de los maestros y las instituciones fue suficiente en estos meses para garantizar que los niños y jóvenes paraguayos, de cualquier nivel, recibieron el conocimiento adecuado para pasar a la siguiente etapa estudiantil. Saber cuánto venimos perdiendo qué hemos ganado durante la pandemia, para iniciar la reconstrucción educativa, antes inclusive que la transformación de la misma.