El momento de recibir la noticia de que nuestro hijo tiene una discapacidad es un instante que marca nuestra vida y la de nuestro hijo para siempre. Esta noticia puede ocurrir en cualquier momento y llegar de muchas formas. Generalmente nos cuentan todo lo que él no va a poder hacer, y poco nos explican sobre lo que sí va a poder hacer. Es así como se van creando los prejuicios y etiquetas que dirigen como las familias vemos y proyectamos el futuro de nuestro hijo.
Y por eso, por muchos años el trabajo relacionado a las personas con discapacidad se centró sobre todo en “arreglar” aquello que era diferente y tratar de hacerlo lo más “parecido” posible al resto de las personas. Pero hay quienes nos demuestran que se deberían hacer las cosas diferente. Una de esas personas es Rubén Zalazar.
Me tocó conocerlo desde pequeño, y ya en ese entonces mostraba mucho interés en todo lo relacionado a la seguridad. Estaba siempre pendiente de su familia y de todos los movimientos que ocurrían en su barrio. Él ya hace mucho tiempo nos había contado que cuando fuera grande quería ser policía.
Había sólo un gran desafío: Rubén tiene síndrome de Down.
Acostumbrados a las etiquetas, inicialmente pensamos todos que ese trabajo no estaba al alcance de él. Y tratamos de convencerle que tenía otras opciones más adecuadas a su realidad. Rubén estaba tan seguro de lo que quería que decidió seguir apostando a su vocación. Como no sabía leer y escribir, cada tarde aprendía sobre seguridad viendo películas y el noticiero. Fue tan persistente que nos obligó a pensar de otra manera, fuera de la caja.
Y así, tiempo después, Rubén firmó contrato laboral con la Dirección General de Aduanas con un puesto muy importante: era uno de los encargados de seguridad del Director Nacional. Su rol consistía en asegurar que todos los que entraban al Gabinete de la institución, quedasen incluidos en el acta de ingreso, cuidando así la seguridad de la autoridad máxima de su institución.
Hoy, 14 años después, Rubén sigue trabajando en Aduanas, y es una de las más de 500 personas con discapacidad que han sido incluidas a través del programa de Inclusión Laboral Efectiva de la Fundación Saraki. Rubén ha fortalecido su vocación y hoy se desempeña custodiando la seguridad de documentos de la Dirección Jurídica de su institución.
La inclusión laboral de personas con discapacidad, en distintos rubros, anteponiendo sus habilidades a sus limitaciones, resultó ser una experiencia maravillosa, tanto para las personas con discapacidad y sus familias, como para las empresas que las contratan.
Rubén nos demostró que no son ellos los que deben renunciar a sus sueños sino nosotros encontrar la manera de apoyarlos derribando barreras y etiquetas para abrir mayores oportunidades para todos.