Gabriela Teasdale
Presidenta de la Fundación Transformación Paraguay
@gabyteasdale, www.liderazgo.com.py
Esta semana estuve pensando mucho acerca del desapego. Creo que fue por haber retomado algunas cosas que había dejado de lado debido a la pandemia. Por ejemplo, la semana pasada fue la primera vez que volví a viajar desde marzo de 2020. Antes solía dar esas cosas por sentado porque era una actividad normal en mi vida. Ahora volver a viajar se siente muy especial y estoy saboreando la novedad de la experiencia. Y no puedo esperar a sentir nuevamente la conexión con otras experiencias “pausadas”. Esta pausa me ha ayudado también a evaluar mis ideas y mi agenda diaria, y a seleccionar aquellas actividades o hábitos a los que no quiero volver, así como a reflexionar sobre lo que realmente me importa.
Esto me recuerda una dieta de desintoxicación a la que me sometí hace unos años. Fueron 30 días de un plan extremadamente estricto. Luego comencé a agregar paulatinamente algunos alimentos para ver cómo me sentía. En el proceso, pude clasificar los alimentos en tres categorías amplias.
Primero: alimentos con los que me sentía bien después de comer y los cuales quería seguir comiendo. Segundo: alimentos que realmente me hicieron sentir mal después de comer y me hicieron decidir que no valía la pena consumirlos. Tercero: alimentos que me hicieron sentir no tan bien después de comerlos, pero que realmente los disfrutaba, así que consideraba comerlos pero con moderación. Algo similar me ha pasado los últimos meses con relación al trabajo, el hogar, los amigos y la vida en general. Eliminé algunas actividades de mi agenda mientras que a otras las puse en un lugar privilegiado.
Lo mismo ocurrió con los pensamientos y creencias: consideré algunos a los que quiero seguir aferrándome y otros a los que prefiero dejar ir. Creo que las prioridades cambiaron para todos desde marzo de 2020. La pandemia fue una forma de rehabilitación de esa adicción de estar ocupada todo el tiempo, de no tener tiempo suficiente por la sobrecarga de actividades.
Tal vez antes hubiese explotado por cualquier comentario o situación con la que no estaba de acuerdo o no me gustaba. Después de mi limpieza pandémica, tengo opciones. Ahora considero si existe algún mérito en el argumento, si existe algo que pudiera dejarme un aprendizaje. Considero lo que podría enseñarme la otra persona. Siento más empatía y me tomo más tiempo para reflexionar, para sonreír y para no estresarme por lo que no suma en mi vida. Aprendí a ser más observadora, a respirar y a estar bien con mis pensamientos y emociones.
Después de todo lo que hemos experimentado y de los cambios que se siguen generando a nuestro alrededor, tenemos la opción de elegir cómo queremos vivir en este mundo a partir de ahora. Por eso me gustaría preguntarte y que te preguntes: en este tiempo desafiante que estamos viviendo, ¿cuáles son tus aspiraciones para la vida que querés vivir?, ¿cuáles son los logros que querés tener?, ¿cuáles son las acciones que estás dispuesto a tomar para lograr esas aspiraciones? Esforcémonos por dejar ir lo que no nos sirve. Vivir ligeros es una buena opción. Y trabajemos para que todos los días sea una nueva experiencia que nos lleve a sentirnos bien con nosotros mismos y con los demás.