Gabriela Teasdale
Presidenta de la Fundación Transformación Paraguay
Días atrás tuve el privilegio de participar como mentora en el lanzamiento de un programadel Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF) y la Oficina de la Primera Dama (OPD) de Paraguay que tiene como objetivo conectar a mujeres en cargos de decisión con mujeres jóvenes de la administración pública para orientarlas a que desarrollen sus habilidades profesionales. Poco antes participé también en el espacio SomosPar, una plataforma de promoción de equidad de género en el sector laboral dirigida a mujeres y organizaciones. Además de ser ambas experiencias increíbles y gratificantes en lo personal -porqueun mentor no puede más que enriquecerse en su tarea de guiar y compartir conocimientos con otras personas-, me parecieron iniciativas absolutamente necesarias, que deberían sostenerse en el tiempo y/o replicarse en otros ámbitos y organizaciones.
Si hay algo que aprendí a lo largo de mi carrera como coach es que las mujeres aportamos perspectivas únicas a los roles de liderazgo, y esto es algo que enriquece la toma de decisiones y la resolución de conflictos. La diversidad de género en posiciones de liderazgo es muy importante para la representación de la sociedad en su conjunto. Existen muchos ejemplos de mujeres líderes que sirven como modelos a seguir para inspirar a otras a buscar este liderazgo en sus respectivas actividades. Por mencionar solo a algunas, figuras de la política como Angela Merkel, Margaret Tatcher, Hillary Clinton, empresarias exitosas como Oprah Winfrey o científicas destacadas como la reciente ganadora del premio Nobel de Medicina, Katalin Karikó.
Paraguay es un país de mujeres fantásticas, valientes y resilientes, que han creado y desarrollado organizaciones para la promoción de sus derechos, que han ganado terreno en el ámbito de los negocios y que batallan día a día para la construcción de un país con mejores condiciones para todos. No es casualidad que tengamos como referentes a las Residentas, que sostuvieron el país durante la cruenta guerra de la Triple Alianza y fueron las bases de su reconstrucción tras la contienda.
Es cierto que las mujeres enfrentamos grandes desafíos en el camino hacia el liderazgo, no solo aquí sino en muchas regiones del mundo: la discriminación, los estereotipos, la falta de acceso a oportunidades y la brecha salarial. Por eso es tan importante que sigamos trabajando para fortalecer ese liderazgo, para que tengamos la confianza, la educación y las oportunidades necesarias que nos permitan asumir roles y tomar decisiones trascendentes. Para que podamos creer en nuestro potencial y reconocernos como líderes desde el lugar en que nos toque estar: el hogar, una institución pública, una empresa, un organismo internacional.
Creo que la educación y la sensibilización son herramientas claves. Y es por eso que los programas centrados en fomentar la educación de niñas y mujeres deben fortalecerse y extenderse, así como las redes de apoyo para mujeres que buscan roles de liderazgo. Quiero alentarte a vos, mujer, a buscar estos espacios, a que te preguntes qué podés hacer para reforzar tu liderazgo en tu casa, tu trabajo, tu comunidad, cómo podés transmitir tu experiencia y conocimientos a otras mujeres. Para que cada una, desde nuestros ámbitos y actividades cotidianas, podamos aportar al desarrollo de nuestras congéneres. Y para que todas comencemos a construir una vida con propósito.