Por Adrián Gilabert, experto en estrategias de transformación y bienestar organizacional, y autor del libro “El trabajo ha muerto”.
Cuando se observa de manera comparativa un partido de fútbol de los años 70 u 80 vs uno de esta época vamos a notar grandes diferencias. Las reglas no han variado en general, la tecnología ha mejorado los materiales, el estado de los campos, la imagen y el detalle en las transmisiones, pero quizás lo más significativo sea la evolución en las habilidades de los jugadores y en su capacidad atlética. Esto es lo que hace que el fútbol actual sea tan diferente del que miraba cuando era un niño. Lo mismo debería ocurrir en el mundo del trabajo. La tecnología poco a poco ha ido suplantando habilidades que antes usábamos los humanos. En efecto, a mediados del siglo pasado el armado de un automóvil era manual, hoy no hay intervención humana en la fabricación. Nuestra habilidad aprendida para funcionar como engranajes se fue suplantando por la robótica que lo hace mucho mejor que nosotros. Claro está que el robot lo creamos los humanos.
Justamente esta idea de “crear” adquiere un significado mucho más cercano a nuestra humanidad. Suele pensarse que la creatividad es propiedad de unos pocos iluminados. Es un sistema de creencias falso. La creatividad es una condición tan esencial del ser humano como lo es respirar. Cuando se le dice a alguien en el entorno de una empresa “no pienses, no traigas ideas nuevas, estás para ejecutar”, lo que se le está diciendo a nivel profundo es “no seas humano”. Podría darle todo el corpus teórico que sustenta la afirmación que acabo de dar, pero será mejor que Ud lo observe en lo cotidiano, en la práctica. No hay acto que no sea una manifestación creativa. Claro está que hay manifestaciones de distinto grado o potencia. Podría decirle que la falta de potencia tiene más que ver con el sistema de creencias “no todos somos creativos” que con la verdadera condición humana. Es decir, hay una limitación de la potencia creativa por la forma de pensar imperante. Así es que a la creatividad no puedo considerarla una habilidad, sino un atributo esencial.
Como ha pasado en el deporte, ya se ven las nuevas habilidades que los jugadores del mundo del trabajo podrían necesitar hoy y en el futuro cercano. Son tan diferentes a las que tuvimos que adquirir en los últimos 200 años que vale la pena mencionarlas. Muchas de ellas fueron ya anunciadas en el último reporte del Foro Económico Mundial:
Autoeducación: decidir por nosotros mismos en qué educarnos, el momento y el “lugar virtual”. Pero también es un cambio en la postura como aprendiz, de la posición pasiva en la cual “me siento a esperar” que el instructor me eduque, a una posición activa de búsqueda, lectura, práctica que confronto y debato con un tutor.
Este cambio es un preanuncio de una transformación radical en el sistema educativo a nivel global. Y no es de extrañar la necesidad de cambio en la educación, no olvidemos que la educación actual fue la consecuencia de la necesidad de determinadas habilidades laborales que se requirieron para la anterior revolución industrial.
Autogestión: la transición del trabajo en un lugar físico a la movilidad, teletrabajo, ya es de un nivel cercano al 40% a nivel global y ha planteado una nueva transición, la de salir de la jornada laboral clásica e ir hacia la gestión por propósitos y objetivos. Esto implica un cambio en el estilo de liderazgo y un “hacerse cargo” de manera autónoma por parte de cada trabajador del cumplimiento de las acciones que llevarán a cumplir con un objetivo. Así es que el trabajador será el administrador de su tiempo y ya no el “jefe”. Gestionar el tiempo y los recursos es toda una habilidad que la mayoría de las personas no suele practicar porque hasta hace poco tiempo no se requería, se les decía cuánto tiempo trabajar y tarea por tarea lo que debían hacer. Para combinarlo con la habilidad anterior diría que hay que autoeducarse en autogestionar.
Autoconocimiento: a decir verdad esta habilidad quizás sea la base de todas las habilidades requeridas. Implica también un cambio fundamental en la comprensión y práctica de la motivación. La motivación suele ser algo que alguien más nos da, charlas motivacionales, cursos motivacionales, etc. En mi experiencia práctica he advertido que la motivación es efímera. Lo que no es efímero es la automotivación y esta procede del conocimiento de los talentos, su funcionamiento y la definición de un propósito abarcativo. Es claramente un trabajo de autoconocimiento.
Luego hay tres habilidades que juegan en tándem y son los puntos de un triángulo de oro: el pensamiento crítico, encontrar soluciones a problemas y la resolución de conflictos. Sin duda son la plataforma funcional armónica de la expresión creativa, en definitiva del progreso, de un sistema de pensamiento próspero.
Hay grandes probabilidades de que ocurran cambios sustanciales en las leyes laborales, el sistema educativo, los sistemas de compensaciones, en la parte más sustancial de cómo trabajamos, así como es grande la probabilidad de un aumento del desempleo en el mundo como consecuencia de un sistema en transición. Por lo dicho considero fundamental para cada ser humano comenzar un proceso de reeducación que nos prepare para un ambiente distinto, para un juego que, a diferencia del fútbol, va a cambiar sus reglas.
Es también una oportunidad para que cada persona y cada empresa reformulen sus propósitos con pensamientos abarcativos, de largo plazo y que, sobre todo, nos apasionen. Porque en un escenario a veces caótico, el norte que nos puede mantener en evolución es tener un propósito que nos apasione, eso clarifica la mente en medio de cualquier tormenta. Esta nueva forma de pensamiento nos permite desterritorializar los negocios, nos da un mecanismo de protección ante cualquier pandemia o crisis externa. No solo le pone poética a lo que hacemos, sino que también hace más seguro el camino de cualquier empresa.