Por Caren Kremer, Especialista Senior en Salvaguardas Sociales del BID en Paraguay
En los proyectos de desarrollo de infraestructura como los de transporte, viviendas, energía, o agua y saneamiento, se evalúan los riesgos e impactos socioambientales en el marco de sus respectivos Estudios de Impacto Ambiental y Social, generalmente de forma aislada. Sin embargo, este enfoque a nivel de proyecto individual, dependiendo de su contexto y envergadura, puede ser insuficiente porque podría dejar de considerar los impactos acumulativos o indirectos que se pueden generar por la acción conjunta con otros proyectos localizados en la misma área de influencia. De allí la importancia de tener una visión más holística de las posibles incidencias.
Los impactos acumulativos pueden derivarse de actividades que individualmente pueden ser menores, pero que colectivamente son considerables y sostenidas en el tiempo, algo que puede exacerbar los riesgos ambientales y sociales sobre el entorno.
Por ejemplo, si tenemos un proyecto de infraestructura en áreas urbanas, y a su vez, sabemos que existen otras intervenciones (actuales o futuras) en el mismo territorio, es clave considerar el medio en el que se desarrollan; es decir, tener en cuenta la población en general, la población vulnerable, tierras indígenas, patrimonio cultural, recursos hídricos, entre otros; además de las actividades o acciones previstas en cada proyecto. A la hora de evaluar impactos esto permite tener una visión macro y estratégica que plantee medidas para evitar y mitigar los posibles impactos acumulativos e indirectos que pudieran generar estos proyectos.
Otro elemento importante que se debe tener en cuenta es que se realicen análisis de manera participativa desde los inicios, involucrando a los diversos actores del sector público, el sector privado, la academia y la sociedad civil. Además de relevar distintas miradas, intereses y expectativas, se podrán impulsar y generar sinergias para implementar medidas de manera conjunta.
Como ejemplo, el Banco Interamericano de Desarrollo realizó en 2022 una evaluación “macro” regional en el Chaco paraguayo de los impactos y riesgos ambientales y sociales de los proyectos de infraestructura en ejecución — o en miras a ejecutarse en el corto a mediano plazo — financiados tanto por el BID como con otras fuentes. Este estudio resaltó las ventajas de considerar los impactos acumulativos e indirectos en los estudios socioambientales en las distintas fases del proyecto:
Planificación: permite estudiar alternativas de trazado de infraestructuras para identificar la ruta de menor impacto; priorizar los proyectos según sus riesgos e impactos ambientales y sociales, etc.
Diseño: permite dimensionar adecuadamente las necesidades de medidas de mitigación para tener en cuenta en la licitación de los proyectos e identificar las áreas prioritarias.
Construcción: permite priorizar las acciones de monitoreo de la fase de construcción en las áreas de mayor impacto, así como seleccionar los terrenos alternativos de obra según los criterios de impacto ambiental y social.
Operación: permite interpretar, con criterios estratégicos y sinérgicos, indicadores de monitoreo y realizar ajustes de diseño con enfoque adaptativo.
La evaluación de los posibles impactos acumulativos e indirectos de los proyectos es, sin duda, uno de los factores claves no solo para el éxito de la iniciativa, sino para generar una mejora en la calidad de vida de la población en sintonía con la protección del medio ambiente y la biodiversidad.