Según la FAO, más del 40% de los alimentos a nivel mundial provienen de zonas irrigadas, abarcando menos del 20% de la superficie cultivada.
Este fenómeno, que va en aumento, refleja un enfoque global hacia la sostenibilidad agrícola, priorizando no solo la cantidad, sino también la calidad y eficiencia en la producción de alimentos. Bajo este panorama, Brasil se ubica entre los 10 países con mayor extensión de tierras bajo riego, actualmente con alrededor de 8,2 millones de hectáreas, y un potencial futuro que podría alcanzar los 55 millones.
Con Brasil como un actor destacado en este escenario, se evidencia un equilibrio entre sostenibilidad, incremento de la productividad y gestión responsable del agua. La expansión de las áreas irrigadas no solo impulsa la seguridad alimentaria a nivel mundial sino que también subraya la importancia de un enfoque integral que considere la conservación de los recursos naturales.
Este modelo, replicable en otros países, resalta la necesidad de adoptar prácticas agrícolas que no solo maximicen la producción, sino que también minimicen el impacto ambiental.
La tendencia creciente de las zonas irrigadas a nivel global, apunta hacia un futuro donde la producción de alimentos se alinea de manera más estrecha con la sostenibilidad, ofreciendo un camino prometedor hacia la seguridad alimentaria y la preservación del medio ambiente.