Un nuevo informe titulado “Valor Social de la Vivienda: Contribución a la Calidad de Vida” elaborado por Hábitat para la Humanidad Paraguay, brinda una visión reveladora sobre cómo la vivienda afecta directamente la calidad de vida de las personas en el país.
Los datos correspondientes al mes de agosto ponen en relieve la intersección entre la vivienda, la dinámica urbana y el bienestar comunitario. El estudio revela que de la población total, el 55% son hombres y el 45% son mujeres. En términos de la jefatura de hogar, se observa una distribución desigual, con un 62% de jefaturas masculinas y un 38% de jefaturas femeninas. La cantidad promedio de integrantes por familia es de 4, y la cantidad promedio de hijos se sitúa en 2.
La edad promedio de la jefatura de hogar es de 42 años. Sin embargo, una diferencia significativa salta a la vista en cuanto a los ingresos familiares, con un promedio de G. 7.446.894, destacando la disparidad salarial entre los jefes de hogar hombres y mujeres.
El estudio también aborda el impacto positivo de la vivienda en las actividades diarias de las personas. La posibilidad de acceder a una vivienda nueva ha llevado a un mayor arraigo en la comunidad, con el 55% de las personas trabajando en la misma ciudad en la que residen.
Además, un 74% de los encuestados accede a hospitales y sanatorios locales, el 80% envía a sus hijos a centros de estudio cercanos y el 99% se abastece de productos básicos en comercios locales. Esto refleja cómo la vivienda no solo proporciona refugio, sino que también moldea la forma en que las personas interactúan y se involucran en su entorno.
Los encuestados han expresado satisfacción con varios aspectos de sus viviendas, incluyendo la apariencia, calidad, costo y tamaño. La seguridad es un elemento fundamental, con un alto nivel de percepción de seguridad dentro de las viviendas. Esta satisfacción general le ha otorgado a este indicador una puntuación promedio de 4.9.
El informe también destaca la creación de redes sociales y un sentido de pertenencia en las comunidades donde se encuentran estas viviendas. Este aspecto, con una puntuación promedio de 4.9, resalta cómo la vivienda no solo tiene un impacto individual, sino que también contribuye al tejido social de la comunidad.
Sin embargo, el estudio también pone de manifiesto la vulnerabilidad de algunas viviendas frente al cambio climático, especialmente en épocas de lluvia. El 76% de los encuestados informa dificultades de accesibilidad debido a caminos intransitables o inundados en épocas de precipitaciones intensas. Este resultado señala la urgente necesidad de planificación territorial para enfrentar los desafíos climáticos.
En última instancia, el estudio concluye que la vivienda no solo brinda un techo sobre la cabeza, sino que también impulsa actividades familiares y comunitarias. Actúa como un motor para la dinámica urbana y la economía local, promoviendo el acceso a otros derechos y fomentando relaciones comunitarias sólidas. No obstante, ante los desafíos del cambio climático, se enfatiza la importancia de la planificación estratégica para garantizar la seguridad y el bienestar de los habitantes en todas las localidades.