La gestión y supervisión de la infraestructura tecnológica de los entornos corporativos son esenciales para garantizar su correcto funcionamiento y, en consecuencia, la sostenibilidad de la empresa.
Pero para que no se convierta en una actividad compleja, debe apoyarse en una arquitectura flexible y segura que promueva el control no sólo de la infraestructura y lleve la gestión y la supervisión a otro nivel, es decir, el de las aplicaciones.
Los centros de gestión (NOC), que supervisan los principales dispositivos, aplicaciones y equipos conectados a la red de un centro de datos, por ejemplo, se encargan de mantener la infraestructura en funcionamiento, pero las aplicaciones pueden no estarlo.
Cuando esta operación se realiza en la nube, en la capa de negocio, se gana en flexibilidad, agilidad, productividad y, sobre todo, seguridad. Por supuesto que es posible hacerlo en un centro de datos tradicional, pero cuando las aplicaciones no están estructuradas con microservicios, en la nube nativa, hacer esta monitorización en la capa de negocio es mucho más complejo.
Y si esta operación ya está en la nube, ¿por qué no elevar el nivel de supervisión de la infraestructura para la capa de aplicación? ¿Qué es la supervisión en la capa de aplicación? Imagina que estás haciendo una transacción a través de la aplicación de tu banco y tienes alguna dificultad para completarla. La supervisión de la infraestructura apenas mostrará el problema.
Si se monitoriza la capa de aplicación, se está monitorizando la capa de usuario, es decir, se está siguiendo la experiencia del usuario (UX) e incluso puede indicar una lentitud. En este último caso, se trata de un punto crítico para el comercio electrónico. Al cerrar una compra, por ejemplo.
Por tanto, la gran ventaja para la empresa es que cuando la supervisión se extiende a la capa de aplicación, es decir, se supervisa la experiencia del usuario, la estrategia se alinea directamente con los objetivos empresariales. Porque aportará valor añadido y no sólo garantizará el buen funcionamiento del entorno tecnológico.
Más ventajas con la nube nativa
Al adoptar una arquitectura de nube nativa para gestionar y supervisar el entorno tecnológico de la empresa, se elimina de los hombros de la empresa la necesidad de desplazar y formar a un equipo para supervisar el funcionamiento de los servidores. Esto se debe a que el proveedor se encargará de este y otros controles. Es una ganancia en tranquilidad, productividad y reducción de costos.

Para tomar esta decisión con seguridad, lo mejor es apoyarse en un socio que tenga experiencia y casos de uso en cloud running para analizar todo el entorno de la empresa, su madurez tecnológica, sus puntos críticos.
Para ello es esencial definir varios puntos en la construcción de este nuevo entorno. Una de ellas es la forma de vigilancia. Si ya existe una definición completa de lo que hay que supervisar y cómo, cuando la aplicación se traslada a la nube, está lista para ser supervisada tal y como se definió.
Todo este recorrido incluye también una fase de pruebas para verificar que realmente se aportará valor. Y si está alineado con las expectativas de las áreas de negocio sobre retos, indicadores, entre otros puntos relevantes. A partir de esta base, el seguimiento se adapta para aportar la visión que cumpla estos objetivos.
Para mejorar este seguimiento, es posible apoyarse en la Inteligencia Artificial (IA) para predecir problemas, anticiparse a las acciones y agilizar la toma de decisiones. Si su estrategia no incluye la supervisión, especialmente en la capa empresarial, es hora de revisar conceptos.