Edna Armendáriz
Representante del Grupo BID en Paraguay
No es novedad que la pandemia del covid-19 ha exacerbado los desafíos de desarrollo que los países de América Latina y el Caribe experimentaban con anterioridad. En Paraguay, en materia de salud y educación, ha generado un profundo sentido de urgencia que requiere no solo una inversión mayor, sino estratégica.
Estimaciones recientes sugieren que, como consecuencia de la pandemia, la esperanza de vida se puede haber reducido en 3,5 años, un indicador que ya antes del covid-19 permanecía rezagado en Paraguay con respecto a otros países de la región.
Además, la pandemia ha dejado en una situación de mayor vulnerabilidad a aquellas personas que ya enfrentaban baja protección financiera en salud. De la misma manera, las pérdidas educativas asociadas al cierre de escuelas, las de ciencias en la modalidad híbrida y la desvinculación que eso ha generado tienen secuelas perdurables en las generaciones presentes y futuras. Se estima que la asistencia escolar en América Latina y el Caribe disminuyó 1,7 puntos porcentuales y que los estu- diantes dedican la mitad de tiempo al estudio que antes de la pandemia.
Todos estos datos se traducen en un deterioro del capital humano y en menores posibilidades de potenciar el crecimiento en Paraguay. Tras quince años con un desempeño económico promedio superior a la región, el crecimiento de la economía nacional se está desacelerando, lo que se asocia, en gran medida, a débiles ganancias en productividad. Y una de las razones de este letargo en el crecimiento está vinculada a la falta de un capital humano potente.
La clave para dinamizar la economía paraguaya recae, no exclusivamente, pero sí con un peso considerable, en promover una población con mayores y mejores niveles de salud y educación. El reciente conversatorio “Hacia una nueva agenda social en Paraguay”, que organizó el BID, permitió a nuestros especialistas analizar con referentes del sector público, privado, sociedad civil y academia el impacto que la crisis sanitaria ha tenido en salud y educación, y qué podemos hacer para superar los obstáculos.
En materia de salud, centrarse en mejorar la equidad y eficiencia del gasto mediante el fortalecimiento de las redes de atención primaria, el aumento de la coordinación e integración de los distintos sistemas de salud y el avance en la política nacional de calidad contribuirían a mejorarla.
Hemos apoyado el diseño de programas para fortalecer las redes de servicios de salud en varios departamentos con la finalidad de mejorar áreas prioritarias (salud materno-infantil y enfermedades crónicas no transmisi- bles). Este apoyo se complementa con asistencias técnicas para promover la implementación de una estrategia de mejora continua de la calidad sanitaria en hospitales e incrementar la capacidad del sistema de vigilancia de salud ante futuras pandemias.
Con relación a la educación, implementar sistemas de protección de trayectorias educativas, trabajar en la aceleración de aprendizajes mediante tutorías remotas y evaluar los niveles de aprendizaje de manera regular son algunas estrategias que fortalecerían el sistema. Apoyamos estos esfuerzos con el desarrollo de programas que contribuyen a la extensión de la jornada escolar y la aceleración de aprendizajes para las poblaciones más vulnerables.
Los retos en salud y educación deben empezar a saldarse hoy para potenciar el desarrollo económico y social del Paraguay.