El expresidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, derrotó al actual mandatario, Jair Bolsonaro, en unas elecciones que culminaron con el sorprendente retorno del líder del Partido de los Trabajadores.
De estar en prisión a ser reelecto por el pueblo, Lula obtuvo 50,8% de los votos frente a 49,2% de Bolsonaro, con 99,1% de las máquinas de votación escrutadas, lo que según el Tribunal Supremo Electoral es suficiente para “definir matemáticamente” el resultado de la contienda.
La votación fue un reproche para el ardiente populismo de extrema derecha de Bolsonaro, que surgió de las bancas del Congreso para forjar una novedosa coalición conservadora, pero que perdió apoyo luego de que Brasil tuvo una de las peores cifras de muertos de la pandemia del covid-19.
Lula ha prometido volver al crecimiento económico impulsado por el Estado y a las políticas sociales que ayudaron a sacar a millones de personas de la pobreza cuando gobernó Brasil de 2003 a 2010.
Además, se comprometió a luchar contra la destrucción de la selva amazónica, la peor en 15 años, y convertir a Brasil en un líder en las negociaciones mundiales sobre el clima.
Su victoria consolida una nueva “marea roja” en América Latina, después de las históricas victorias de la izquierda en las elecciones de Colombia y Chile, haciéndose eco de un cambio político regional de hace dos décadas que introdujo a Lula en la escena mundial.
En contexto
Antiguo líder sindical nacido en la pobreza, Lula organizó huelgas contra el Gobierno militar de Brasil en la década de 1970. Su presidencia de dos períodos estuvo marcada por un auge económico impulsado por las materias primas y dejó el cargo con una popularidad récord.
Sin embargo, su Partido de los Trabajadores se vio enlodado posteriormente por una profunda recesión y un escándalo de corrupción sin precedentes que le llevó a la cárcel durante 19 meses por condenas de soborno, que fueron anuladas por el Tribunal Supremo el año pasado.
En su tercer mandato, Lula se enfrentará a una economía en declive, a restricciones presupuestarias y a una legislatura más hostil. Los aliados de Bolsonaro forman el mayor bloque en el Congreso después de que las elecciones generales de este mes revelaron la fortaleza de su coalición conservadora.