Gabriela Teasdale
Presidenta de la Fundación Transformación Paraguay
Warren Buffet es uno de los mayores inversores del mundo y uno de los hombres más ricos del planeta. Por supuesto que muchos ejecutivos y personas vinculadas a los negocios consultan y siguen sus consejos. La revista Fortune elaboró hace unos años una lista con sus principales consejos y uno de ellos es el de invertir en uno mismo. “Eres tu mayor activo con diferencia”, señaló. “Cualquier cosa que hagas para mejorar tu talento y ser más valioso se recompensará (...) cualquier cosa que inviertes en ti, lo recuperas multiplicado por diez”, agregó. Porque el conocimiento no se puede gravar con impuestos ni se puede robar. Está resguardado en cada cerebro.
Muchas veces ponemos excusas para no tomar riesgos con relación a nuestro propio crecimiento personal. Nuestro ideal es alcanzar una vida mejor, pero para lograrlo, debemos empezar por invertir en nosotros mismos. Estoy segura de que no será difícil hacer una lista de todo lo que hemos adquirido durante el año. Ahora, la pregunta es, de todo eso ¿cuánto tiempo y recursos dedicaste a tu mejoramiento como ser humano? ¿Cuánto invertís en vos mismo? Ponele un número...
Hace unos días, uno de mis mentores, John Maxwell, nos animaba a hacernos una serie de preguntas que todos deberíamos poner en práctica para ser más conscientes de dónde estamos hoy. Algunas de estas preguntas son:
¿Qué has aprendido hasta el día de hoy? ¿Qué estás aprendiendo en este preciso momento? ¿Qué libro estás leyendo? ¿Cuál es la experiencia que necesitas tener? ¿Estás avanzando? ¿Crees que tu vida está inspirando a otros?
Tratemos de reflexionar sobre estas preguntas por un momento, hagamos una medición de nuestro avance, pero seamos honestos con nosotros mismos en cuanto al nivel de apuesta que hacemos con nuestro propio valor.
¿Cómo podemos pretender recibir más (por ejemplo, más salario, más reconocimiento) si no estamos preparados para ello? Si nos cuenta un montón decidir ingresar a un programa de capacitación, estudiar algo nuevo, tener un espacio para buenas lecturas, o simplemente pasar tiempo con una persona que nos sume y agregue valor. Es importante entender que en la medida que hagamos nuestra parte, vendrán los cambios y, sobre todo, ese crecimiento que tanto esperamos se producirá.
Convertir ideas en sueños y sueños en éxito es muy difícil. Y en ese camino, todos nos vemos tentados a tomar atajos. Todos queremos estar en una mejor posición, tener un mejor trabajo, acumular más logros académicos o tener más influencia sobre los demás. Pero para hacerlo debemos trabajar duro. Pero primero, debemos tomar la decisión de invertir en nosotros mismos. Esperar que el crecimiento se dé por obra de magia es una utopía. Una buena manera de empezar es tener en nuestra agenda diaria un espacio para nutrir nuestra mente, por ejemplo, mientras hacemos alguna actividad física escuchar un podcast, desafiarnos a leer un libro por mes o anotarnos a un curso corto.
Ninguna gran cosa se creó de la noche a la mañana. John Maxwell siempre dice que la verdadera clave del éxito es hacer pequeños cambios y comprometerse con ellos cada día para marcar una diferencia sostenida en el tiempo. Levantarnos más temprano, enfocarnos, dejar de trabajar en cosas que nos distraen, ser constantes y persistentes.
El éxito es un proceso, una mentalidad. Y aunque sí incluye hitos -obtener un título académico o un puesto largamente codiciado- el énfasis debe estar en el viaje y no en el destino final. Invertí en vos mismo todos los días, desafiate a sacar tu mayor potencial, a conocer más. No te quedes cómodo donde estas, seguí creciendo siempre.