Gabriela Rojas Teasdale
Presidenta de la Fundación Transformación Paraguay
@gabyteasdale
Hawái es uno de los lugares más fascinantes que tuve la fortuna de conocer, no solo por su belleza natural única sino, y sobre todo, por las enseñanzas que ese paraíso del Pací co me dejó. Dicen que una estrella guió a James Cook hasta esas islas y es quizás por eso que llevan consigo esa luz extraordinaria. El arte, la música, el idioma y toda la cultura del lugar te conectan con las creencias de sus pobladores y el valor que tienen ellos para vivir desde su propia verdad, desde su esencia. Viajar a Hawái fue una experiencia espiritual increíble.
Al llegar me recibieron con su saludo tradicional: el “Aloha”, que busca transmitir esa magia que se produce al mirar y reconocer al otro desde el amor. El “Espíritu Aloha” es la coordinación de mente y corazón en cada persona. Es lo que entregas desde tu propio ser. Por lo tanto, te lleva a tomar conciencia de lo que cada uno tiene dentro y lo que es capaz de dar al otro, como tus buenos pensamientos y sentimientos. El “Aloha” representa la belleza, la armonía, la paz, el respeto y el amor.
Cuando estuve en el hotel me colocaron el “Lei”, que es el tradicional collar de ores. Es un adorno con el que los hawaianos dan la bienvenida a sus visitantes y está mal visto no usarlo. Luego de utilizar las ores, te recomiendan dejarlas directamente en el suelo, ya que para los nativos estas vuelven a su lugar de origen: la tierra.
Otra palabra que me quedó grabada en la mente fue “Mahalo”, porque me hizo entender el poder que tiene ser agradecido. Decir “Mahalo” genuinamente, entendiendo a profundidad su significado, puede convertirse en un acto sagrado y lleno de abundancia. Cuando pronuncias el “Mahalo” estás dando una bendición espiritual, sincera y trascendente. Le estás deseando a alguien que le vaya bien en la vida. “Mahalo” es gratitud viva, admiración y ofrenda.
“Ohana” significa “Familia” y hace referencia a que todos venimos de la misma raíz y, por lo tanto, debemos estar unidos, cooperar y recordarnos siempre. El “Ohana” nos recuerda que somos familia y nos deberíamos tratar como tal. Y otro de los conceptos que traje conmigo fue el de “Pono”, que se define como bondad, rectitud, excelencia, bienestar, deber, justicia. El “Pono” es simplemente hacer bien las cosas, es el orden, ese llamado para accionar sabia y correctamente.
Todas estas enseñanzas y toda esta experiencia casi finalizando el año me hicieron reflexionar sobre mi propio ser, sobre mi existencia y sobre mis actos. Mientras el “Aloha” me lleva a fijar la mirada en el otro, para reconocerlo, valorarlo y entregarle lo bueno que viene de mi mundo interior, la corona “Lei” me regresa a la vida, me recuerda la belleza y, sobre todo, la humildad, lo simple y lo importante que es vivir sin aferrarse a nada porque en algún momento volveré al lugar al que pertenezco.
El “Mahalo” eleva mi existir a través de la gratitud, esa celebración constante por todas las bendiciones en mi vida. La familia, el “Ohana”, me invita a fortalecer la unión, el diálogo, la cooperación, a mantener firme la raíz. Existen muchas creencias, diferencias y situaciones que nos separan, pero el “Ohana” nos da sabiduría para aprender a convivir valorándonos y respetándonos como seres humanos.
Y al final del día, cuando se apague la luz, lo más importante es sentir paz sabiendo que en todo momento viví el “Pono”, que hice lo correcto, me enfoqué en darle al mundo eso que estaba bien, lo que construye, lo que sin duda alguna viene del amor. Porque desde ahí solamente somos capaces de vivir todas estas lecciones que nos regala la cultura hawaiana.