Karina Hugo
Especialista en Educación y Creadora de modelos pedagógicos.
Con la pandemia del COVID 19, han quedado al desnudo las debilidades de los últimos 50 años, en cuanto a la política educativa de nuestro país, específicamente, en su capacidad de cobertura educativa, es decir conectividad, acceso a la tecnología, provisión de materiales pedagógicos y muchos otros aspectos, tal vez los más delicados sean la atención a la nutrición infantojuvenil y la formación y actualización docente, en dicho orden.
Por más de que en los últimos años, se hayan hecho ciertos avances en algunos aspectos concernientes al terreno de la educación paraguaya, las cifras de tales conquistas, siguen siendo frías y duras, ya que no corresponden a la realidad que viven las familias de los niños y jóvenes paraguayos, pues el avance es muy lento dado que los medidores que todo el tiempo ponemos como ejemplo son: las pruebas PISA, SNEPE, los fracasos en las pruebas de ingreso o de acceso a becas, así como los exámenes para concursos docentes.
Por ello es importante que los paraguayos y paraguayas, conozcamos a cabalidad, los déficits que existen en materia de educación y cuáles son las cuestiones que inciden en nuestros pésimos resultados.
Por ejemplo, empecemos recordando que durante la pandemia, muy al contrario de lo esperado, la educación paraguaya ha sufrido un recorte del 10%, y que para el 2022, se prevén más recortes. Recordemos también que el Paraguay no alcanza el promedio mínimo de inversión en educación recomendado, que es del 6% del PIB y mucho menos aún está previsto escalar para llegar a una inversión del 10% del PIB, lo cual sería ideal, teniendo en cuenta las falencias del sistema y los tan escasos resultados positivos en educación.
¿Qué debemos hacer ante tal panorama?
En primer lugar, tomar conciencia de que el pedido de reivindicaciones para el sector educativo, es justo y que la postergación es ya insostenible. No sólo en materia de salarios, sino en el pedido de que la educación ocupe un lugar de privilegio en la agenda del Estado y que los muchos problemas se vayan solucionando de la mejor forma y de manera urgente.
En primer lugar, un diagnóstico responsable y sincero. Para saber cómo estamos, qué estamos haciendo bien, qué debemos mejorar y por dónde empezamos.
En segundo lugar, la gestión sigue siendo un problema no resuelto en líneas generales, salubridad, infraestructura, caminos de todo tiempo, alimentación saludable, insumos técnicos y pedagógicos, además de otros a nivel territorial.
En tercer lugar, la formación de los docentes, aún estamos muy lejos de los estándares deseados, donde se mezclan la gestión y la formación en políticas educativas. No olvidemos tampoco, la formación de mandos medios al servicio de la educación. Necesitamos docentes dignificados, empáticos y dispuestos a la mejora de su propia formación. Con tiempo completo dedicado a su labor y con ganas de acoplarse al cambio.
Otro punto importante, y no el último en la larga lista de problemas, es la revisión de las políticas, los programas y la misma educación desde sus orígenes y sus raíces socioantropológicas, pues el simple hecho de considerar nuestra pluriculturalidad y pensar en alternativas que atiendan la interculturalidad del Paraguay, ya sería un cambio de perspectiva.
La agenda educativa del país, la debemos escribir los paraguayos y las paraguayas, desde nuestras necesidades y nuestros sueños. Es hora de tomar la posta.